¿Usted sabía que sus raíces culturales e incluso biológicas pueden tener que ver con Israel? ¿Qué diría si supiese que su apellido aparentemente brasileño como Souza, Vieira, Oliveira, Silva, Gonçalves o Barbosa, entre miles de otros – indica que usted puede ser descendiente de Abraham, de Isaac o de Jacob?
Esto se debe a que las raíces de una enorme parte de la población brasileña es judía y no católica romana, como muchos piensan. Por lo tanto, buena parte de los habitantes de Brasil tienen origen en las tribus de Israel, lo que nos aproxima más a la fe bíblica que la tradición. Esto fue comprobado en una amplia investigación publicada recientemente por la institución Comunidad de Israel, del autor Baruch Ben Avraham, que estudió los nombres de miles de familias brasileñas para comprobar que descendieron de inmigrantes de Portugal y España, países formados por judíos sefarditas (de Sefard, como es llamada la Península Ibérica en hebreo), que fueron obligados a convertirse a la iglesia romana en el siglo 15, bajo la pena de perder la vida si no lo hacían. No es novedad que la mayoría de la población brasileña descienda de inmigrantes de aquella parte de Europa.
Sucede que muchos judíos sefarditas, aunque oficialmente obligados a convertirse para poder permanecer en los países en sus nuevos países europeos, concuerdan con la “conversión de fachada”, permaneciendo fiel a su creencia judía secretamente en sus hogares, hasta que la práctica del judaísmo ya no se prohibió más a lo largo de los siglos. Por lo tanto, la mayoría de los que emigraron a Brasil y ayudaron a formar al pueblo brasileño llevan la sangre de las tribus de Israel corriendo por sus venas, especialmente, según el estudio de Avraham, las de Judá y Efraín. Aunque con el tiempo se hayan involucrado con el catolicismo y hayan olvidado sus raíces a través de generaciones, el origen está presente.
Avraham calcula que más de 80 millones de brasileños (casi la mitad de la población nacional) descendieron de los judíos sefarditas. Él cita incluso, una divertida consideración de un antiguo rabino: que es más fácil contar cuántos no son descendientes de judíos en Brasil y en sus países vecinos que contar los que descienden. Daría menos trabajo.
¿Quedó con curiosidad? Hay mucho más
La cultura judía está tan mezclada en nuestro día a día que hasta palabras muy comunes en Brasil provienen del hebreo, según el estudio de la Comunidad de Israel. Olivo, por ejemplo, en hebreo es hazeit, lo que generó las palabras derivadas, aceite y aceituna. Blanco a su vez, es lavan, que originó a nuestro verbo, lavar – la raíz limpiar y volver más blanco. La influencia del pueblo judío en la formación de Brasil es mucho más importante e intensa de lo que pensábamos, pero esto fue sofocado durante siglos por el dominio y la influencia de la iglesia romana. Aunque solo uno de cada 2 mil brasileños declare ser judío en lo que se refiere a la fe, el pueblo del cual Jesús descendió está mucho más involucrado con los brasileños de lo que pensábamos, porque son millones con una misma raíz.
Por lo tanto, el origen católico de Brasil fue algo hecho por los que dominaron en la época de la colonización, es una cosa artificial para, entre otras cosas, ocultar el origen natural de la sangre de los brasileños de la descendencia de Abraham, de David y de Jesús – Incontable como las estrellas, como Dios prometió en Génesis 15:5.
Avraham elaboró una lista de apellidos de descendientes comprobados de judíos sefarditas incluyendo a muchos bastante comunes de la cultura brasileña (como Silva o Souza), además de aquellos evidentemente de origen judío (como Levi o Goldenberg). Él advierte, en su investigación, que la grafía de los nombres puede variar (muchas veces por el error de los registros civiles en el momento del registro o por la adaptación a la escritura portuguesa), pero, la familia de origen es la misma – Souza o Sousa, Dacosta o da Costa, son dos ejemplos.
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