Una persona acomplejada se siente inferior a otra. Muchas de las que se sienten así pueden tener dos tipos de reacciones: buscará realizaciones personales grandiosas, con el fin de demostrar su valor, o desarrollará comportamientos antisociales.
Muchas mujeres han vivido ese complejo. Ellas no han aceptado ser mujer y, por más que griten a los cuatro vientos que eso no es verdad, las actitudes revelan exactamente lo contrario.
Durante la reunión de la Terapia del Amor, la escritora y conductora Cristiane Cardoso destacó que el mayor problema de la mujer no son los estándares de belleza que este mundo impone, los hombres, o la desigualdad; el mayor problema de la mujer es que ella no se acepta. Cristiane mencionó un pensamiento que muchas mujeres ya tuvieron en algún momento de la vida: “Me gustaría haber nacido hombre.” Y esto se debe a que, al mirar hacia su papel, piensa que, si lo desarrolla, será una mujer débil y desvalorada. En contrapunto, ella transfiere lo que debería hacer por sí misma para que el hombre lo haga, que es valorarla y respetarla.
¿Para qué competir?
En búsqueda de valorización y respeto, muchas mujeres han entrado a una competencia insana con los hombres y se olvidan que, cuando usted compite con alguien, es porque cree que se está quedando atrás.
Y en el afán de “si él puede yo puedo” terminan teniendo actitudes masculinas deplorables. Comportamientos que ellas mismas condenan, pero lo hacen bajo la justificación de “derechos iguales”, y hacen cosas que no son de la naturaleza femenina. ¿No sería eso una falta de aceptación por ser mujer y un deseo de ser igual a los hombres?
Pero, ¿dónde comenzó este problema?
Cristiane citó un pasaje bíblico que relata dónde todo eso comenzó:
“Y dijo el Señor Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.” (Génesis 2:18)
En ese momento la mujer fue creada de manera idónea, es decir, adecuada. “Dios hizo a una persona que por sí sola ya es todo lo que ella misma necesita y que el hombre necesita también”, explicó Cristiane.
Y ese nuevo ser, llamado mujer, era tan complejo en su esencia que el hombre iría a dejar a sus padres para unirse a ella, porque era todo lo que él necesitaba. Y tendría cualidades que el hombre no tiene: la sensibilidad, la empatía. Eso no es debilidad, forma parte de la naturaleza femenina. Y el hecho de que el hombre no tenga eso tampoco quiere decir que él sea malo. Pero Eva le dio oídos a una serpiente y ahí comenzó su desvaloración.
La raíz de la insatisfacción
No aceptar ser mujer en su real esencia le impide a la mujer que sea lo que Dios ideó cuando la creó. “Si usted es consciente de su valor, mujer, ¿por qué tiene que probar su valor? Mientras esté acomplejada por ser mujer, usted nunca será una mujer virtuosa, porque esa mujer no quiere ser un hombre. Ella se valora como mujer”, destacó Cristiane.
Esa mujer virtuosa está descrita en la Biblia, en el conocido pasaje de Proverbios, capítulo 31. “Si está en la Biblia es porque podemos ser así, pero el problema es que tantas ideas equivocadas han sofocado a esa mujer en nosotras y ella está escondida.”
Y no piense que, si fuera ese tipo de mujer que Dios siempre soñó que fuéramos, irán a aprovecharse de usted. Ese miedo tiene como base un concepto equivocado que muchas traen en su interior.
Crea en el papel que Dios le designó. Tenga fe en Él y cúmplalo. Sea esa mujer de los sueños del Creador. Deje que esa mujer florezca, sin miedo de ser pisada, criticada. Simplemente acepte ser esa mujer. “Su papel dado por Dios es el más adecuado para usted. No rechace su propia feminidad.”
Comparta este mensaje con las mujeres que usted conoce.
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