Cuando alguien pasa a formar parte de nuestra familia, es común que digamos que es una persona más de nuestro “seno familiar”, en el sentido de integración e intimidad de un hogar. Esta también es la idea central del término “seno de Abraham”, expresión usada entre los judíos para expresar el futuro estado en la eternidad. Es lo mismo que decir “reunirse con sus padres”, esto es, con los patriarcas, por eso se menciona a Abraham, por ser el padre en la fe. Es el lugar hacia dónde van los justos y temerosos a Dios después de la muerte.
En hebreo, la palabra “seno” (Kolpon), tiene el mismo sentido tanto en el pasaje bíblico del rico y de Lázaro –
“Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.” (Lucas 16:22)
como en el de Juan 1:18
“A Dios nadie Le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él Le ha dado a conocer.” Juan 1:18
Un cielo transitorio
El “seno de Abraham”, sería una especie de antesala del cielo, no es la morada definitiva de los salvos. Las almas de los salvos muertos irán a ese lugar de descanso y consuelo, mientras esperan el arrebatamiento de la Iglesia de Cristo.
“Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” (1 Tesalonicenses 4:15-17)
Por lo tanto, para todos, tanto para los que mueran como para los que aún estén vivos hasta Su venida, el Señor Jesús ha preparado lo mejor, basta que guardemos la fe en Él hasta el fin. Por eso, el apóstol Pablo orienta
“… estad así firmes en el Señor…” (Filipenses 4:1)