Al leer un diario, ver un programa de televisión o navegar en sitios de noticias por Internet, seguramente ya notó que hay un tema que siempre está presente: la corrupción. Infelizmente, eso es algo que está enraizado en la cotidianeidad del argentino. Prueba de eso es que el ciudadano común, que no está involucrado en negocios políticos o armados financieros, cree que la falta de ética en actitudes diarias es algo normal y hasta perdonable.
Pero no, no lo son. Una coima a un agente de tránsito, o una “propina” a la recepcionista de un restaurante para avanzar más rápido en la fila pueden parecen pequeñeces, pero reflejan un gran problema de falta de honestidad.
Y la corrupción no se relaciona solamente con el dinero, sino también al machete en un examen, al chantaje emocional para manipular a la pareja o al doping para sacar ventaja en las competiciones deportivas.
¿Por qué la sociedad tolera la corrupción en las pequeñas cosas y la rechaza en las esferas más altas? De acuerdo a varias investigaciones realizadas por universidades como la Ben-Gurion, en Israel, la de Nottingham, en Inglaterra, Deakin, en Australia, y Harvard, en EE. UU., los hechos deshonestos son contagiosos. Es la vieja frase de quien se justifica: “si todo el mundo lo hace, yo también”.
El equipo de Harvard, por ejemplo, observó que, cuando un miembro de un grupo hace trampa (sea en beneficio personal o grupal), sus compañeros tienden a actuar de la misma forma. Solo que, al observar a un extraño o adversario haciendo lo mismo, el efecto es opuesto. Eso refuerza la afirmación anterior: los demás son los corruptos, aunque hagamos lo mismo. No sirve de nada considerar las fallas de los demás y no reconocer los errores propios.
Competición
El equipo de Deakin notó que, en ambientes competitivos, las personas tienden a pensar más formas antiéticas de sacar ventaja. El machete en un examen y el doping deportivo son los mejores ejemplos. Todo el mundo quiere ocupar el lugar más alto del podio, pero no todos los atletas sudan, entrenan y dedican el tiempo y la disciplina suficiente para llegar allí merecidamente.
Los australianos también llegaron a la conclusión de que no solo la competitividad causa estas acciones. La trampa es una opción atractiva para quien desea una salida fácil y rápida a su problema.
La elección es suya
En su mensaje radial, el obispo Macedo explicó: “Jesús dijo: ‘Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.’, (Juan 12:26). Hay gente que, aun estando en la iglesia, no honran a Dios con su servicio, son personas egoístas que desean su propio bienestar. Quieren aprovecharse del nombre de Jesús, de las promesas de Dios, para beneficiarse a sí mismas.
Muchos se dicen cristianos, pero no lo son, porque el verdadero cristiano es quien sigue, sirve y es discípulo del Señor Jesús, que Lo ha puesto en primer lugar en su vida, esa es la verdad.
Hay ‘cristianos’ que compran un certificado médico para justificar su ausencia en el trabajo y eso es mentir. Esa persona lleva al médico a mentir y paga por esa mentira, con el objetivo de que no le descuenten el día. ¿Cuál es la diferencia entre esa persona, que estafa a su empleador, y una prostituta, que vende su cuerpo? Creo que la prostituta es más digna de recibir la misericordia de Dios, porque no conoce la Palabra.
Si usted hace uso de la mentira, incluso llamándose cristiano, sepa que está sirviendo al diablo. ¿Cómo seguir la verdad y practicar el engaño? Cuando usted arma una farsa para obtener beneficios personales, está siendo usado por el diablo. Su vida será un infierno porque usted está haciendo lo que al diablo le gusta. Servir a Jesús es andar en la verdad, en la justicia”.
Todo es una cuestión de elección, manténgase siempre consciente de sus decisiones y no se olvide de que la corrupción, sea pequeña o grande, siempre será corrupción.
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