El fotógrafo británico Alex Sturrock, hace algunos años, se hizo conocido por el tipo de fotos que más les gusta hacer: las que muestran las diferencias entre las personas. Viviendo en Londres, una de las ciudades con mayor diversidad en todo el planeta, él tiene inspiración de sobra.
En una de esas incursiones por la capital inglesa, él terminó en Finsbury Park, al norte de la ciudad, atrás de algo que mostrase las diferencias viviendo pacíficamente. Un hecho le llamó la atención y sacó una foto (arriba) que publicó en la versión inglesa de la revista electrónica Vice.
El punk repleto de piercing, ropa llamativa y un peinado que no pasaría desapercibido a cientos de metros, recibía una oración de un señor con ropa de vestir discreta. Un transeúnte que aprovechó la oportunidad de alcanzar la iluminación Divina en su vida.
El hall de la entrada que aparece en la foto es de un templo de la Universal, que mucho hace por el pueblo de Finsbury Park y sus alrededores todos los días. Está en el terreno en el que un día abrigó al prestigiado Teatro Rainbow, que ya recibió a grandes artistas del mundo pop en show muy importantes. El zaguán extremamente limpio y bien cuidado contrasta la realidad de las calles aledañas, lo que podría asombrar a muchas personas del lugar, acostumbradas a otros padrones y comportamientos, pero eso nunca impidió los trabajos.
En Juan 6:37 está escrito que “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.” Eso se aplica mucho a la foto, pues la apariencia del punk podría ser chocante para algunos, pero el pastor no se negó a orar por él.
El que aparece orando con el joven de cabellos puntiagudos es el pastor angoleño Carlos Peixoto, que recuerda con claridad el episodio y le concedió una entrevista al Universal.org, contando no solo lo sucedido, que fue el tema para el fotógrafo, sino también sobre el trabajo en una de las ciudades más desafiantes para quien tiene el objetivo de llevar un mensaje de fe. Es una lección para aquellos que quieren realizar esa tarea, pero que tienen recelo en el momento de la aproximación:
-Pr. Carlos, la apariencia del joven podría espantar a algunas personas, pero usted no se negó a orar por él. No debe ser la única persona con apariencia o actitud extravagante con quien usted tuvo contacto.
-Me acuerdo muy bien de este señor, como lo vi caminando. Yo estaba en la calle evangelizando y lo vi aproximándose. Llegué hasta él y no hablaba inglés, era italiano. Intenté hablar en italiano, bien o mal; le pregunté cuál era el mayor problema que enfrentaba, y él me comenzó a contar. No miré su apariencia, su cabello, su ropa, ni nada de eso. Solo pude ver su alma, realmente quería ayudarlo. Miré su angustia, dolor, el sufrimiento. Por medio de la mirada de una persona podemos ver cuál es su estado, pues todas las veces que vamos a evangelizar es el Espíritu Santo que nos conduce hasta el sufrido. Él fue muy humilde en aceptar mi oración, después estuvo en algunas reuniones, vino a los eventos. Eso es lo que nos disponemos a hacer en pro de los sedientos por ayuda, le mostramos a las personas el Dios maravilloso a Quién servimos.
-¿Hace cuanto tiempo que usted está en la Universal y en Londres?
-Soy de Angola, pero a los 14 años vine a Londres, debido a muchas peleas en familia. Mi padre era muy agresivo. Llegó a agredir a mi madre al punto de quebrarle la pierna. Por todo esto, pasé a ser un joven muy rebelde, odiaba a mi padre. Si usted me preguntase en aquella época lo que yo quería ser, le hubiese dicho que quería crecer y matar a mi padre. Mi madre decidió separarse de él y vinimos con ella y mi hermana a Londres. Aquí, mi hermana se enfermo y, al recibir una invitación de una prima que ya conocía el trabajo de la Universal, fue curada. Mi madre también comenzó a participar de las reuniones. Viendo el cambio en su vida, yo decidí ir con ella y allí comenzó mi trayectoria de fe.
La Palabra de Dios me alcanzó, mostró que había solución para mis problemas, mi rebeldía, mis miedos. Había un camino para dejar los amigos de la pandilla en la que me había involucrado. Tuve la oportunidad de realmente conocer a este Dios Vivo. Me liberé de todo. Con el tiempo me levantaron a obrero. Continué luchando por mis sueños, estudiaba en la facultad y trabajaba. Pero, con el pasar del tiempo, decidí que quería hacer más. Dejé el trabajo, la facultad y decidí hacer la Obra de Dios en el Altar. Puedo decirle que esa fue la mejor decisión que tomé en mi vida.
-¿Cómo es vivir el trabajo de la Universal en una ciudad tan intensa como Londres?
-Amo hacer ese trabajo aquí en Londres. Me inspira, me hace feliz realmente. Es una ciudad intensa de verdad, pero a mí me gusta este movimiento, esta agitación. Bueno, yo amo cualquier lugar al cual me envíen, siempre que esté ayudando a las personas. Es eso lo que me mantiene en pie, firme y venciendo todos los desafíos.
-El vecindario del Teatro Rainbow tiene mucha diversidad, así como en los barrios cercanos. Incluso, el contraste social de esa área en relación con otras de la ciudad es grande. La forma como se comportan las personas del lugar en relación a las otras de la ciudad, es grande. ¿Cómo se comportan las personas del lugar en relación a la Universal en medio de todo eso?
-La Universal es bien recibida aquí. Cualquier persona, independientemente de su clase social, etnia o creencia, los que quieren ayuda, nos aceptan muy bien.
-¿Qué consejo usted puede darle a los que se espantan con la apariencia o el comportamiento de alguien, pero que desean hablar del Señor Jesús para aquella persona aparentemente rebelde y muy extraña?
-Les digo algo… ¡Vaya y hable! La apariencia no quiere decir nada, pues, incluso, hay muchas personas que demuestran ser felices y no lo son. Usted nunca sabe cuál es la necesidad de cada uno. Entonces digo que vaya allí cerca y vea con sus propios ojos. Yo siempre pienso lo siguiente: puede ser que usted encuentre a una persona a quien quiere evangelizar y, por su apariencia, usted no va. ¿Y si esa fuese la última oportunidad de esa persona? Es por eso que ese deseo se despertó dentro suyo para hablar con ella. Este deseo es la propia Voz de Dios hablando… Vaya y hable con ella. ¡Dios quiere darle a aquella persona una oportunidad, y este puede ser el último día de ella aquí en la Tierra. O puede ser el inicio de una nueva vida!
Aquella persona puede ser un Pablo o un Abraham en los día de hoy, ¿Quién sabe?
Quiero dejar un mensaje: hable de Jesús para todos, porque si nuestra prima no nos hubiese hablando de Dios de la Universal, mi hermana ciertamente no habría sido curada. Esa cura despertó en mi madre el Poder de Dios, por medio de eso, yo también tuve una oportunidad de conocer este Dios tan grande. Si no fuese por aquella actitud de mi prima, yo no estaría predicando aquí y tampoco le hubiese hablado a aquel hombre de la foto sobre Dios, entonces VAYA Y HABLE DE JESÚS, DE LO QUE ÉL PUEDE CAMBIAR Y TRANSFORMAR. Lo que usted tiene para hablar es muy valioso, es vida al que sufre. Nunca tenga miedo. Vaya. Y hable.
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