En la sociedad japonesa existe la costumbre de dejar los zapatos del lado de afuera de la casa para impedir que cualquier tipo de suciedad entre en el ambiente. El hábito es una herencia cultural que muestra educación y se extiende a los lugares públicos que los japoneses frecuentan tanto adentro como afuera del país.
Durante la Copa del Mundo 2014, realizada en Brasil, los hinchas de Japón mostraron una ejemplar actitud de civilidad. Después de la finalización de los partidos de su selección contra Grecia y Costa de Marfil, recogieron la basura dejada por todos en las gradas de los estadios. Distribuyeron decenas de bolsas de plástico azules que durante el partido se destacaban en medio de la multitud y que después sirvieron para almacenar envases y restos de comida.
Los japoneses dijeron que recoger los residuos es muy común en su país e incluso se asustaron por la repercusión que tuvo su actitud en Brasil, como si estuvieran haciendo algo raro. ¿Será que es realmente así como el pueblo brasileño piensa, es decir, que es normal dejar la basura tirada, y que es diferente preocuparse por volver el ambiente agradable al prójimo que lo usará?
Lamentablemente, presenciamos ejemplos de falta de respeto al prójimo y al bien público todos los días. Las personas dejan restos de comida en el transporte público, tiran los envases por la ventanilla del auto, no retiran la bandeja del almuerzo de la mesa en los patios de comida de los shoppings, pegan chicles en los asientos y paredes, entre otras acciones maleducadas. Lo peor es que quien hace eso no siente la menor molestia consigo mismo o con el otro y no tiene ningún pudor en actuar así y damnificar los bienes comunes.
La actitud de los amigos de una nación tan distante geográficamente nos muestra que es importante tener el mínimo de civilidad y educación hacia la otra persona que usará el mismo servicio o pisará la misma vereda. Por eso, inspirados en ellos, los brasileños ayudaron a recoger la basura en el estadio ese día, lo que demuestra una instantánea toma de consciencia.
Lo que necesitamos ahora es hacer que esa acción sea duradera. Las buenas conductas y el respeto mutuo traen armonía a las relaciones humanas. No cuesta nada llevar una bolsa de plástico para colectar la basura producida a lo largo de un día de ocio con la familia en un parque o retirar la bandeja del almuerzo y arrojar los residuos en el tacho de basura, por ejemplo.
Todo ciudadano tiene derechos a exigir, y deberes que respetar y que cumplir, pero podemos aprender con los amigos provenientes de Japón una simple y generosa lección: que la disciplina es quien mantiene el orden y el respeto genera una convivencia mucho más agradable.
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