No son pocas las películas que traen en sus rodajes personas cuyo amor es puro… fingimiento. Pero en la vida real eso también sucede.
Enfocados en sus propios intereses, las personas simulan un amor, con el fin de alcanzar lo que desean de los otros. Pero llega un momento en el que, si el amor no es genuino, la máscara caerá.
Incluso aquellos que piensan que realmente aman, pero es solamente un sentimiento pasajero, pero tarde o temprano, cuando es comprobado, todo termina (por eso muchos alegan que el amor terminó).
Pero el verdadero amor no tiene fin, porque no se trata de un sentimiento y sí de una decisión. Solo hay una manera de amar de verdad: conociendo al Amor verdadero. Cuando usted Lo conoce, ya no logra ser una persona fingida, disfrazada, hipócrita. Y no basa sus decisiones en una “sensación” de amor.
Pero tal vez usted piense: “¿Quién es el verdadero amor?
Un consejo:“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es AMOR.” 1 Juan 4:8
Solo podemos amar de verdad, sin fingir, cuando conocemos a Dios. Cuando el Espíritu Santo viene y nos revela al Padre. A partir de allí usted huye de la hipocresía.
“El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.” Romanos 12:9
Quien Lo conoce no logra resistirlo. Es allí que usted recibe las condiciones para aborrecer el mal (como fue aconsejado en el versículo de arriba).
Imagínese dos personas disputando la misma silla. Es eso lo que sucede cuando Lo conocemos. Nuestra voluntad siempre intenta dominar el espacio, pero viene el Espíritu Santo y laexcluye. Cuando usted ama verdaderamente porque Dios es su todo, usted no coquetea con el mal, a usted le molesta y siempre está apegado al bien, o sea, lo que agrada a Dios. Si usted aún no aborrece su propia voluntad, el mundo, usted está fingiendo que ama. No se puede servir a dos señores, ¿se acuerda? (Mateos 6:24)
Entonces, en resumen, el orden del versículo de romanos es:
1° Es necesario conocer al verdadero AMOR conociendo a DIOS
2° Irrite al mal no haciendo más su voluntad;
3° Apéguese, agárrese, adhiérase a hacer lo que agrada a Dios.
Nuestra voluntad siempre intenta convencernos de que ella es buena. Pero buena, agradable y perfecta realmente, es la voluntad de Dios, y, la mayoría de las veces, contraría todo en nosotros.
“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de Mí, NIÉGUESE A SÍ MISMO, tome su cruz cada día, y sígame.” Lucas 9:23
¿Qué “NO” usted tiene que dar de forma urgente? ¿Y con los “amigos”? ¿Sentimiento? ¿Pereza? ¿Relajación? ¿Malos ojos? ¿Prejuicios? ¿Infidelidad? No haga más su mala voluntad, sino haga la voluntad de Dios. Pida en este instante que Él le muestre.
Aproveche y ayude a que otras personas reflexionen sobre este tema compartiendo ese mensaje con sus amigos y familiares.
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