Es común oír por ahí que la vida es una guerra. Y ya que toda guerra está formada por batallas, podemos decir que la mayor de ellas es la que sucede dentro de cada uno de nosotros.
“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí (…)” Gálatas 5:17
El Espíritu al que el apóstol Pablo se refiere es Dios dentro de nosotros. ¿Pero qué sería esa tal “carne”? La carne aquí son las actitudes que causan la separación entre nosotros y Dios; una mente enfocada en sus propios impulsos y deseos, y no en practicar lo que la Palabra de Dios orienta. Cuando la mente no está enfocada en hacer la voluntad de Dios, obviamente ella estará susceptible a pensar en todo lo que va en contra de las cosas Divinas, y todos los pensamientos que nutrimos, tarde o temprano, se transformarán en acciones (usted quiera o no). Y es allí, con pensamientos totalmente distantes de Dios, que las obras de la carne se manifestarán.
“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Gálatas 5:19-21
¿Usted ya se detuvo a reflexionar en cada una de esas obras? Observe:
– Adulterio: Infidelidad en el matrimonio.
-Fornicación: Sexo fuera del matrimonio.
-Inmundicia: Todo lo que le quita a la persona el estado de pureza espiritual, sean pensamientos, sentimientos, actitudes, etc.
– Lascivia: Es la manera de ser de personas que no tienen límites. Es como si las personas perdiesen la vergüenza con respecto al pecado.
– Idolatría: Culto prestado a los ídolos – sean ellas estatúas o personas que son adoradas , y no solo eso, pero cualquier cosa o persona que ocupa el primer lugar en su vida, que debería ser exclusivo de Dios (lea Éxodo 20:1-7).
– Hechicería: Recurrir a las prácticas de rituales que están en contra de la Palabra de Dios y que apuntan a la obtención de resultados o favores.
-Enemistad: Es tener total aversión a una o más personas.
-Pleitos: Discusiones, contiendas, polémicas.
-Celos: Es un sentimiento de posesión de la otra persona, obsesión.
– Ira: La propia Biblia habla “airaos pero no pequéis” porque el pecado sucede cuando la rabia no se resuelve y se transforma en un deseo de venganza.
-Contiendas y disensiones: Observen como una va trayendo a la otra. Lo que comienza por una simple desarmonía o disentimiento puede evolucionar y ser una diferencia de opiniones, hasta que finalmente llega a ser una separación de un grupo. Y para eso el propio Señor Jesús alertó que un reino dividido contra sí mismo no subsiste (lea Marcos 3:24).
-Envidia: Sentir pesar por la felicidad del otro y querer poseer lo que el otro tiene (sacarle a esa persona).
-Borracheras (vicio de la embriaguez) y glotonerías (comer sin control): demuestran la falta de equilibrio. ¿Y si la persona no lo tiene en cosas tan simples sobre sí misma, lo tendrá en otras que afectan los demás?
Y no son solo las de la lista de arriba, sino también cualquier cosa semejante a estas es condenable.
Sin embargo, antes de presentarse esa lista con las obras de la carne, Pablo, inspirado por Dios, presenta la solución para vivir bajo su juicio: andar en Espíritu.
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” Gálatas 5:16
Haciendo eso usted no le dará espacio a su carne.
¿Pero qué sería andar en Espíritu? Si practica acciones que están en contra de la voluntad de Dios se originan pensamientos volcados a las cosas del mundo, lo contrario también es real, y pensar en Dios es buscar aquello que es bueno y agradable.
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.” Filipenses 4:8-9
Cuando se está en Espíritu, rápidamente se detecta cualquier pensamiento contrario, que se neutralizan con el uso de la fe, sacrificando los deseos que solo lo llevan al sufrimiento de una vida distante de Dios – aunque en un primer momento parezcan buenos e interesantes. Solo así usted garantizará la permanencia en el Reino de Dios y futura entrada en el Reino de los cielos.
Fortalezca la acción del Espíritu en las reuniones en una Universal más cercana a su domicilio.
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