La Policía Federal está investigando, por segunda vez en 2 años, a una iglesia fundada en San Pablo, Brasil. Esta vez, se sospecha que el grupo religioso mantiene personas bajo trabajo esclavo en haciendas de servicio comunitario que llegan a mover 100 millones de reales, todo el dinero de las víctimas.
La justicia cumplió con una orden de allanamiento el 17 de agosto último, condujo a 47 personas a comisarías para dar declaraciones y detuvo a otras seis. Ellos serían los responsables de vender los bienes de los religiosos, llevarlos a las haciendas y hacerlos trabajar sin remuneración.
Los involucrados deben responder por los delitos de reducción de personas a una condición análoga a la esclavitud, tráfico de personas, estelionato, organización criminal, falsedad ideológica y lavado de dinero.
Se cree que 6 mil personas trabajan en esas condiciones.
¿Cómo ocurre esto?
Está escrito en la Biblia: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2)
El Señor Jesús quiere, con esto, llevar a sus seguidores a pensar sobre lo que el mundo ofrece y lo que deben hacer. No es porque una tradición existe que se debe seguir. Por el contrario, para experimentar la voluntad de Dios, se debe renovar la mente.
Esas personas que trabajan como esclavos seguramente no pensaron sobre lo que estaban haciendo. Dejaron que las emociones guiaran sus vidas y, sin pensar, se involucraron en esa situación inhumana y peligrosa.
“Fatalmente quien hace de las emociones, de los sentimientos o del corazón la base de su vida, o dirige su vida de acuerdo a su corazón, de acuerdo al sentimiento de su corazón, con seguridad, se va a destruir”, afirma el obispo Edir Macedo.
El hindú Venkatesh reafirma la opinión del obispo. Él creció en un hogar muy religioso, adorando a muchos dioses, e incluso llegó a construir un templo para uno de ellos. “En mi juventud me convertí en un fanático. Solo comía vegetales, pero no era solo eso lo que le ofrecía a los dioses. Para cumplir parte del ritual, tenía que azotarme desde las 9 de la noche hasta las 5 de la mañana del día siguiente, utilizando un látigo con fuego. Esa era una preparación para recorrer 700 kilómetros a pie”, cuenta él.
Esos rituales, sumado a la gran cantidad de dinero que él le destino a los dioses durante 22 años, destruyeron su familia. Él vendió todo lo que la familia poseía y pidió préstamos, que después no podía pagar, para cumplir con los rituales. Se volvió adicto al cigarrillo y vio a su pequeño hijo pidiendo pan a desconocidos. Llegó a golpear a su esposa cuando ella conoció la Universal, pero finalmente fue convencido a ir hasta allí y, a partir de ese momento, su historia cambió.
“Seguí asistiendo a la Universal, comencé a oír y a practicar la Palabra de Dios, aprendí que debía dejar la vieja vida atrás, y fue precisamente eso lo que hice. Desde entonces, nunca más me volví a otros dioses. Hoy vivo en una familia bendecida”, concluye.
Hay que pensar
Para obtener ese cambio de vida, es necesario saber cómo utilizar la fe. La misma no puede ser perjudicada por sentimentalismos y todos tienen la capacidad de hacer esto.
“Dios no le pide a las personas que sean más educadas, más inteligentes que las demás. No. Él nos pide a todos nosotros, seres humanos,que usemos nuestra capacidad de razonamiento. Usar la capacidad de razonar es pesar las cosas. Es pesar, evaluar, verificar su fe, comprobar su fe en relación a las cosas de la vida”, añade el obispo.
¿Y usted? ¿Sabe usar su fe de la manera como el Señor Jesús enseñó?
Evalúe si sus actitudes están de acuerdo con la voluntad de Dios.
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