Considere la situación de los padres cuyo hijo está involucrado en las drogas. Decirle: “Hijo mío, sal de los vicios”, obviamente, no serviría de nada. Mejor dicho, todo lo que los padres le ofrezcan, con el objetivo de hacer que deje de usar drogas, será en vano.
Ante esta situación, lo único que los padres pueden hacer por su hijo, aunque sufran, es darle la espalda y esperar que Dios lo haga regresar a casa.
Hasta que un día el hijo se dé cuenta y reconozca la situación miserable en la que se encuentra. A partir de allí, él recordará a los padres y recurrirá a ellos. Cuando este hijo, quebrantado, se les acerque para pedir ayuda y les diga que está cansado de sufrir, sus padres, en ese momento sí, pueden hacer todo por él, porque lograrán ayudarlo. Pero, hasta entonces, aun teniendo las condiciones, ellos estaban impotentes ante el rechazo del hijo.
El sufrimiento de Dios
El obispo Edir Macedo, durante la Escuela de la Fe Inteligente, realizada en el Templo de Salomón, explicó que es exactamente así que Dios se siente. Por eso, Él sufre.
“Dios está en la puerta de nuestra vida, pero Él no puede hacer nada por nosotros, aun sabiendo que puede cambiar esa situación”, aclaró. La razón de esto es que Él necesita nuestro consentimiento. Y en esto se da Su sufrimiento: Él puede cambiar todo, pero si no estamos de acuerdo con Él (regresar y pedir ayuda), nada podrá hacer. Pero cuando nos volvemos a Él sí, puede hacer lo que siempre deseó en nuestra vida.
Como está escrito: “Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó el Señor, y como a la esposa de la juventud que es repudiada, dijo el Dios tuyo. Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí Mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo el Señor Tu Redentor.” Isaías 54:6-8
Busque al Espíritu Santo
No hay otra manera de que una persona viva en obediencia a Dios y conserve la Salvación de su alma, si no es a través del bautismo con el Espíritu Santo.