“¡Esto solo me pasa a mí!”¿Conoce a alguien que de vez en cuando dice esta frase? ¿Y cuando esta persona es usted? Sepa que esas simples palabras pueden esconder una trampa muy peligrosa y destructiva: la victimización.
Por supuesto que a veces, puede ser que usted o algún conocido realmente sea víctima de algo malo. Nadie está libre de eso. El problema está cuando la persona cree que siempre es la “pobrecita” de la historia y que eso es culpa de todo y todos los que la rodean. Son personas conocidas como las “víctimas de las circunstancias”, acaban volviéndose un peso para los que las rodean y, consecuentemente, terminan alejando a las personas que están a su alrededor.
Lo que sucede es que el “pobrecito” en cuestión hace algo grave: manipula a las personas para que ellas se sientan culpables por su desgracia. La “víctima de todo” cree que sus problemas siempre son los peores, los más graves, y que nadie más los tiene.
¿Sabe qué es algo aún peor? Que hay personas que hacen el papel de víctima sin saber que lo están haciendo. Es aquella madre que le “echa en cara” a su hijo o a su marido la afirmación “dejé todo solo para cuidarte”, o un padre que se asegura de recordarles a sus hijos que dejó de hacer un viaje o comprar un auto para pagarles sus estudios. Por supuesto que hay personas que hacen esto a propósito, queriendo hacerse pasar por víctimas de injusticia. Este puede ser un comportamiento tan arraigado que ellos mismos no lo notan, y, debido a esto, la “víctima” va cansando a todos y va perdiendo el afecto, la admiración y el respeto de los demás.
Puede ser que a usted eso nunca le haya sucedido, realmente esperamos que no, pero, lamentablemente, usted ya ha presenciado o aún es testigo de esto en alguien que conoce. Entonces, ¿cómo evitar hacer el papel de víctima o ayudar a alguien que se encuentra en esa situación?
Veamos a continuación algunos consejos:
Busque ayuda:
Si usted se ha dado cuenta de que ha estado haciendo el papel de víctima y exagera en la dosis de culpa en contra de alguien, no se resista, busque ayuda. Vale la pena conversar francamente con una persona de confianza, sin caer en la trampa de sentir pena de sí mismo.
Enfrente los problemas:
Analice el problema fríamente, de forma racional, y busque la solución. Postergarlo causará más ansiedad, más frustración y la sensación de que “todo está en su contra”. Si es algo entre usted y otra persona, búsquela y entable una conversación sincera y racional con ella. El problema no desaparecerá mientras lo barra hacia abajo de la alfombra.
Escuchar es importante:
La persona que se hace la víctima tiende a mirar demasiado a su propio ombligo. Pregúntele a sus parientes, amigos y conocidos cómo se sienten, y si su comportamiento los afecta. Escúchelos, aunque sea incómodo. De esta forma, ellos se darán cuenta de que usted quiere cambiar y mejorar, y verán más fuerza en esa persona que un día parecía ser la víctima.
El optimismo hace bien:
No es para que usted haga de cuenta que todo es bello y que los problemas no existen, sino para que eduque su mirada hacia las cosas buenas y hacia las soluciones de los problemas. Haga esto si usted mismo se siente la víctima. Comience a notar que las cosas pueden y deben ser resueltas de una manera inteligente.
Nada de tristeza:
Es tóxica, nos consume, puede llegar a matarnos, y muchas personas que se esconden detrás de la tristeza pueden estar huyendo de los problemas, incluso sin saberlo. Esa tristeza puede ser nada más que una inseguridad enmascarada. Contra ella, es válido el consejo anterior.
Ayude a esta persona:
No importa si una persona es víctima de una situación o si solo se hace la víctima. En ambos casos ella quiere atención y apoyo. Por lo tanto recíbala, deje que le cuente sus angustias, pero tenga mucho cuidado: no la victimice. Haga que se dé cuenta que ella es un agente activo y responsable de la solución de los problemas, y no que usted le tuvo lástima y que los resolverá.
Note a los demás:
Si usted piensa que es la víctima de las circunstancias, ¿por qué hay tantas personas que pasan por los mismos problemas, o hasta por otros mucho peores, y logran librarse de ellos? Ellas dejan de enfocarse en los problemas y dirigen todo el esfuerzo hacia la solución de los mismos.
No abuse de su capacidad:
Permanezca con sus pies sobre la tierra antes de aceptar tareas o responsabilidades que no podrá cumplir. Por supuesto que tenemos que aceptar desafíos y superar nuestras capacidades, pero eso tiene que ser hecho con inteligencia. Es como la persona que practica ejercicios de musculación y, poco a poco, va aumentando el peso que levanta en los ejercicios, aumentando así su fuerza. No como aquel imprudente que exagera, duplica el peso de una sola vez y termina lastimándose.
En fin, todo es cuestión de entender que la persona que se hace la víctima es aquella que le presta demasiada atención al sentimiento y no a la mente, a la razón. El hecho de no verse como la víctima y vencer delante de cualquier desafío es un asunto para la mente y no para el corazón.
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