Insistir en obtener un cambio de vida económica, concentrándose en adquirir solo una cantidad de dinero para ostentar bienes materiales y, aun así, no sentirse saciado; comprar una infinidad de ropa de marca y, a pesar de eso, tener la impresión de no tener nada que ponerse para ir a una fiesta. Situaciones comunes para quien se exige tener siempre más y lo mejor.
Pero, reflexione un poco: frente a su patrimonio y forma de vivir, ¿Cuál es el bien más valioso de su vida? ¿Su auto, carrera, noviazgo, familia, casa u horas destinadas al placer? ¿O será que el Señor Jesús es lo más precioso e incomparable? Sea sabio para ver que solo la Palabra, juntamente con el conocimiento de las escrituras y su práctica, es capaz de proporcionar la verdadera transformación en su existencia. Esta Palabra puede hacerlo sentir saciado en todos los aspectos y, principalmente, llevarle hacia la salvación junto al Padre.
En la Biblia, la parábola del tesoro escondido es clara:
“Además el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo.” Mateo 13:44
Jesús no evalúa el tamaño de su bien material. El tesoro al que Él se refiere es el Reino de Dios, el cual sólo los nacidos del Espíritu Santo son capaces de obtener, por estar escondido a los ojos de la carne.
Una vida con la ausencia de comunión no puede ser regada de paz ni de salvación. Siga por el camino de Dios, esta vereda es la correcta y lo conducirá hacia el tesoro. Con esa certeza, nadie será capaz de sacar el Reino de su poder.
“¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? Mateo 16:26