“Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada.” (Romanos 8.9)
La persecución y la humillación que el justo pasa cuesta muchas lágrimas, pero Dios siempre lo recompensa de forma grandiosa y justa. ¡Vale la pena perseverar!
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