8° Día del Ayuno de Daniel
La Universal ha llevado al conocimiento del mundo la existencia de un Dios Vivo, Grande, Poderoso y Único.
Capaz de transformar toda y cualquier situación.
Pero se engañan aquellos que piensan que solo frecuentar las reuniones será suficiente para un cambio de vida.
Hoy, la manifestación del Poder de Dios en todos los sentidos, no comienza de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba.
El Señor Jesús dijo:
De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por Mi Padre que está en los cielos. Mateo 18:18-19
O sea, no podemos esperar que los cielos muevan a la tierra.
Sino que debemos nosotros mismos, ¡desde la tierra mover los cielos!
Y eso es posible a través de actitudes y decisiones tomadas de acuerdo con la Palabra de Dios.
Por ejemplo:
-Soy yo el que debo perdonar.
-Soy yo el que debo arrepentirme.
-Soy yo el que debo convertirme.
-Soy yo el que debo abandonar el mal.
-Soy yo el que debo dar el primer paso.
Siendo así, el cambio de vida comienza conmigo.
¡Yo no necesito depender ni esperar por nadie!
Muchas personas están esperando que Dios haga lo que les corresponde solo a ellas hacer.
Muchas otras se quejan de que el año terminó, y no sucedió nada, no cambió nada.
Pero esa supuesta decepción, es la decepción del Propio Dios en ver que el año terminó y no sucedió nada, no cambio nada en el sentido de que ella (la propia persona) tome una decisión, una actitud, dando el primer paso.
No podemos esperar, ni perder más tiempo.
Incluso porque no hay tiempo que perder.
Cuanto más usted sigue postergando, empeora la situación de su vida.
¡LEVÁNTESE! Haga lo que solo usted puede y debe hacer.
La parte de Dios, Él la hará sin ninguna duda.
Siga el ejemplo del hijo pródigo, él no esperó.
¡Él movió los cielos!
Y volviendo en sí, dijo:
¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Lucas 15:17-20
Obispo Djalma