Muchos matrimonios se terminan porque la pareja no entiende o no consigue ver los pequeños problemas. En la vida de a dos existen dificultades con las cuales es necesario lidiar todos los días para que no se transformen en conflictos que contribuyan para el fin de la relación.
Presente en la mayoría de las personas para facilitar la comunicación, acortar caminos y abrir nuevas posibilidades, Internet es un caso clásico de que lo que se hace con la tecnología puede ser perjudicial para la relación.
Muchas mujeres se quejan de que sus parejas pasan mucho tiempo en la web. Una investigación de Ibope divulgada a fines del año pasado, revela que en Brasil los hombres navegan y están más en Internet que las mujeres.
En junio de 2013, el tiempo de navegación masculina fue mayor que el de las mujeres. Mientras que los hombres permanecieron 64 horas en la web, las internautas brasileñas gastaron 52 horas y 18 minutos, en promedio.
Reclamos femeninos
A pesar de que la investigación no muestra los tipos de contenidosaccedidos, parece que los reclamos femeninos se refieren al hecho de que sus parejas visitan páginas pornográficas y de relaciones para hablar con otras mujeres.
La internauta Neiva Moura (nombre ficticio) escribió al blog del obispo Renato Cardoso contando que estaba pasando por una situación como esa: “Hace más de un 1 año dejé de confiar en él. Le manda mensajes a otras mujeres y ya nos peleamos mucho. Solo no me separé todavía a causa de nuestro hijo.”
¿Qué se puede hacer?
Para el obispo, muchas personas sufren en relaciones donde hay traiciones reales o virtuales, mentiras y chantajes emocionales, pues terminan convirtiéndose en cómplices de quien las agrede. “Lo más intrigante, sin embargo, no es la maldad del agresor, sino la complicidad de la víctima. Es algo enfermizo, porque parece que no logran ver que se convirtieron en esclavas de los abusadores.”
El obispo advierte que quien está en una relación así, necesita despertar a la realidad. “Una de las condiciones básicas para estar en una relación es conocer su propio valor. Tenga una conversación firme con su pareja para poner sus condiciones y límites; hasta incluso una separación, aunque sea temporaria, para que su pareja cambie.”
Sin embargo, es necesario reconocer que existe el abuso. “Decida que no aceptará más eso, aunque le cueste la relación. Priorice su seguridad y pase a desarrollar su sentido de valor propio para no ceder nuevamente a las promesas de cambio sin pruebas reales de que este sucedió. Las personas solo nos respetan cuando nos respetamos nosotros mismos”, concluye el obispo.