Graciela León tuvo una infancia difícil, sus padres se separaron y no tenía para comer. Cuando terminó la escuela trabajaba con cama adentro, pero se drogaba con marihuana. Se fue a vivir con su pareja y con seis meses de embarazo la invitaron a consumir cocaína, después se drogaba todos los días.
“Yo me drogaba para estar adormecida, al tiempo me separé con tres hijos a cargo, en esa época consumía cocaína y pastillas. Formé una nueva pareja que me maltrataba y mi expareja me perseguía todo el tiempo. Me separé nuevamente y formé una nueva pareja. Seguía drogándome y no me daba cuenta de lo que estaba haciendo. Me ponía histérica si no consumía. Mi actual pareja comienza a consumir paco y yo también, fueron 10 años de consumir paco. Sentía que me perseguían y escuchaba voces, iba a comprar a la madrugada exponiéndome a cualquier peligro.
Tenía cuarenta años y mis hijas eran adolescentes, disimulaba mi adicción, pero se notaba. Tomaba pastillas psiquiátricas y estaba como dopada todo el día. El peor momento de mi vida fue cuando me separé, mi hijo comienza a delinquir y mi hija, a consumir paco. Yo también consumía paco y a la vez intentaba ayudarla. La sacaba de donde estaba, la apartaba de sus amistades del vicio, la aconsejaba, intentaba que entrara en razón hablándole como si yo nunca hubiera consumido, porque ocultaba mi vicio.
Mi hijo comenzó a hablar incoherencias, una noche tuvo un delirio de persecución y amaneció con dos cuchillos debajo de la almohada. Tenía arrebatos de violencia y persecución, por lo que lo llevé al hospital donde lo medicaban y no le daba un diagnóstico preciso de lo que tenía.
Me invitaron a la Universal, comencé a luchar por mi hijo, dejé las drogas y me lancé en las manos de Dios. Él me fue transformando y me dio la fuerza para usar la fe inteligente para ayudar a mis hijos. En tres meses mi hijo se sanó, no necesitó más asistencia psicológica y logró ser libre de ese tormento. Mi hija dejó el paco. Mi proceso de liberación fue complicado, tuve recaídas porque mi esposo seguía consumiendo, pero vencí las drogas y mi esposo también. Superé el dolor del pasado y no nos quedaron secuelas del consumo”.
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