Recientemente, un estudio divulgado por Open Society Foundations, de Nueva York (EUA), sobre el programa De Brazos Abiertos, dedicado a recuperar a adictos al crack, señaló que el 73% de los dependientes químicos tienen por lo menos un hijo para criar y que el 5% de las mujeres están embarazadas. Muchos de esos bebes al nacer son abandonados con pocas horas de vida. Mientras los que quedan bajo la tutela de la madre son sometidos a vivir en una situación precaria.
El hecho es que los que sufren con el vicio, independientemente de cual sea, necesitan ayuda y sus familiares también. Ya que no es solo el dependiente quien sufre, sino los hijos, padres, hermanos, todos los involucrados en la situación terminan siendo afectados de una forma o de otra. En la investigación citada podemos decir que los niños nacidos en ese medio, si no tuvieran un acompañamiento educativo y familiar adecuados, posiblemente serán influenciados por las madres adictas a seguir por el mismo camino.
Un camino que puede cambiar, debido a que la dependencia no es algo imposible de revertirse, como lo explica el obispo Edir Macedo: “Sea cual sea el vicio, sea al crack, cocaína, juego, internet, pornografía, el que sea, el vicio es un espíritu. Ese espíritu toma el centro del sistema nervioso de la persona y actúa sobre la voluntad de la criatura. Solo el poder de la fe es capaz de arrancar esa maldición, solo el poder de Dios hace neutralizar todo tipo de espíritu, sea el que sea. No existe espíritu que pueda resistir al Espíritu de la fe”.
La joven Jéssica es la prueba viva de que las palabras del obispo son verdaderas. Durante muchos años ella formó parte de las estadísticas, ya que, por influencia de la mamá, también adicta, se volvió dependiente de las drogas a los 12 años de edad. Pero al creer en la cura por la fe, todo cambió. Conozca su historia:
“Tenía vicios de cigarrillo, marihuana, cocaína. Pasé 1 año consumiendo drogas en las vías del tren, estaba en situación de calle, solamente me drogaba. Me prostituía, me humillaba para conseguir una piedra de crack. En total, consumí desde los 12 hasta los 19 años.
Me intenté matar muchas veces. Me corté las venas, me tiré debajo de un auto, tomé veneno para ratas, salté de un puente porque pensaba que no había más solución para mí.
Vengo de una familia destruida donde mi mamá consumía y también mi tío, no tuve buenos ejemplos en mi casa.”
¿Quiere que su vida sea transformada al igual que la de Jéssica o ayudar a alguien que necesita liberación? Participe en las Reuniones de la Cura de los Vicios, que se realiza todos los domingos a las 15h en la Universal de Almagro, Av. Corrientes 4070 o haga clic aquí y vea las iglesias donde se lleva a cabo el tratamiento.
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