El fútbol argentino es conocido en todo el mundo, es el deporte popular, el más seguido por las familias. El ritual de la cancha es bien conocido: las banderas, las canciones de aliento, el compartir con amigos y familiares hinchando por el equipo favorito.
Lamentablemente, todo esto, tan propio de la cultura argentina se ve opacado cuando un grupo de personas se dejan llevar por sus emociones o por sus intereses generando conflictos. A partir de ese momento, todo va cuesta abajo, la violencia le gana al folclore y hace que ir a ver un espectáculo deportivo llegue a ser lo mismo que poner en riesgo la propia vida.
La violencia en el fútbol argentino no es algo reciente, sino que los primeros registros se dieron en 1922, cuando el fútbol ni siquiera se jugaba profesionalmente. Según la ONG, Salvemos al Fútbol, hasta la fecha se calcula que la violencia en las canchas dejó cerca de 318 muertos.
El último caso conocido fue el de Emanuel Balbo que murió luego ser lanzado de una tribuna por varios hinchas desde una altura de tres metros acusado de ser simpatizante del equipo rival.
Es natural que al ir a la cancha los hinchas se dejen llevar por el momento, pero cuando el fanatismo cruza los límites de las razón y hace que el hincha se convierta en un asesino, todo pierde sentido.
Ser simpatizante de un equipo, hinchar por el mismo, ir a la cancha no es un problema. El conflicto se da cuando el fanatismo genera emociones negativas que aleja a la persona de sus seres queridos. En ese punto se pierde el control de la propia vida y se actúa sin pensar en las consecuencias.
El problema del fanatismo
El obispo Macedo hace referencia a lo peligroso del fanatismo, ya que genera que las personas actúen sin pensar y hagan cosas que destruyen sus vidas y las de los que los rodean: “El espíritu que posee a los fanáticos hinchas de un club es el mismo que conduce al fanático religioso. Este tipo de fanatismo, crea roces, divide hogares y parejas. Es la creación satánica más nefasta de la faz de la Tierra”.
El obispo comenta que las personas fanáticas ponen todas sus energías en lo que los mueve y dejan de lado sus vidas para vivir una fantasía.
Entonces cualquier cosa que ponga cuestion lo que creen se convierte en una amenaza o en algo digno de ser eliminado: “El fanático es apasionado y no usa de la inteligencia, de la razón. La palabra de Dios muestra que esa no es la voluntad de Dios para el hombre:
“Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá.”, (Mateo 12:25).
Este viernes a las 8, 10, 12, 16 y especialmente a las 20, participe de la Hora del Milagro en Avenida Corrientes 4070, Almagro o en la Universal más cercana a su domicilio y libérese del mal que está oprimiendo su vida y la de su familia.
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