Guillermina llegó a la Universal cuando estaba pasando por un momento delicado y encontró la salida que necesitaba mediante la fe. Hoy ella es una mujer sana y fuerte que venció la depresión y varias enfermedades.
“Yo no quería saber nada de Dios, a mí me hablaban de Dios y yo decía que Él no existía, no creía en nada y no quería saber nada de ir a una iglesia. A pesar de mi postura yo estaba depresiva. Desde que era chica tenía mucho miedo a la muerte. Si me enteraba de que alguien moría, ya me daba terror. No sabía por qué sentía eso.
Un día mi mamá me invitó a la iglesia y decidí darme una oportunidad. Participaba de las reuniones, pero con poca constancia, cuando mi mamá se enfermó ahí me puse firme con Dios.
Mi mamá falleció y yo estaba consternada porque siempre había dicho que si moría mi mamá o mi papá, yo me iba a matar. Pero en ese momento Dios me contuvo y me consoló. A pesar del amor de Dios para conmigo, dejé de participar de las reuniones y me enfrié en la fe. Cuando mi expareja me dejó, estaba nuevamente en un pozo depresivo, tirada en la cama, no quería comer, no quería nada. Un día mi papá me dio dos opciones, o volvía a la iglesia o me internaba. En ese momento reaccioné y decidí volver a la iglesia”, cuenta.
A pesar de que ella participaba de las reuniones, estaba fría, no quería nada, pero poco a poco fue buscando a Dios, buscó liberarse de todo lo que la afectaba. “No lograba definir mi fe, pero logré reponerme. Después conocí a mi actual pareja y empecé a luchar por mi felicidad junto a él. Dios me ha transformado, ahora tengo autoestima porque antes no me quería, no me aceptaba. Hoy estoy bien y voy conquistando lo que siempre quise para mi vida. Incluso fui sanada, porque me habían operado de una displasia en el útero pero me tuvieron que hacer una biopsia para verificar que el HPV no estaba más, usé mi fe y y no encontraron nada más, el HPV no volvió a aparecer. Además, me apareció un nódulo en la mama, el médico me dijo que era normal, pero yo no lo aceptaba porque me dolía y era incómodo hasta para dormir. Si me rozaba con el brazo me dolía, hasta para realizar mi trabajo me dolía. No acepté tener ese problema en mi salud y desapareció todo. La fe me ha dado respuestas siempre”, finaliza sonriendo.
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