La obediencia de Abraham a la orden “Sal de tu tierra …” no se limitó al momento en que decidió salir de Harán.
La mantuvo toda su vida:
• Abraham nunca más volvió a Harán, a pesar de que vivió 100 años después de su partida.
• Él no permitió que su hijo Isaac regresara allí de ninguna manera.
• Se mantuvo en obediencia toda la vida, hasta la muerte.
• Él no volvió atrás, no abandonó la fe y no usó los sentimientos.
Volver a Harán significa retroceder en la fe:
• Volver al pecado
• Reanudar viejas amistades que lo alejaron de Dios.
• Desanimarse del camino de la fe.
• Sentir nostalgia por este mundo y curiosidad por lo que hay en él.
Imagínese:
• Abraham no volvió para enterrar a su padre.
• No asistió a ninguna fiesta de casamiento, nacimiento o funeral de sus familiares, (Génesis 22:20).
Su intención, preocupación e interés por lo que sucedía en Harán fue nulo.
Así tenemos que ser en la fe cristiana:
• Salimos de nuestro Harán (¿Usted salió realmente? ¿Se bautizó en las aguas? ¿Decidió dejar el mundo?).
La fe es seguir siempre hacia adelante, ¡camino al Cielo! Continuar con los ojos puestos en la eternidad (Canaán).
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