Conocer a los padres o a cualquier otro familiar de su pareja puede volverse algo desastroso. Intentar demostrar ser algo diferente de lo que es no es la mejor salida para impresionar. “La espontaneidad es siempre la mejor opción, pues los movimientos falsos siempre se perciben, aunque los hagamos sin pensar”, comenta la psicóloga Sabrina Fernandes Garcia.
Según Sabrina, planear la vestimenta con cuidado y estar atenta a los detalles es fundamental. Opte por piezas básicas y discretas, a no ser que el encuentro sea en una playa, en un club o en algún otro lugar muy casual. Incluso así, no muestre su cuerpo con escotes o algo demasiado corto.
“Además de prestarle atención a la presentación visual, en el primer encuentro es imprescindible que contenga los impulsos. No se quede abrazando o besando a su novio cerca de los demás, eso constriñe e insinúa una falta de respeto con los mayores. Todos observan ese tipo de actitudes, pues puede decir mucho sobre usted”, advierte la especialista.
Para ella, lo mejor es ser usted con dosis extra de buen juicio. “Por más que no le haya gustado algo que fue dicho o una broma impertinente, no demuestre eso con su cara. El mal humor y mal genio pueden asustar a sus futuros parientes. No genere polémicas”, afirma.
Otro consejo de la psicóloga: no mantenga la dieta el día de la primera visita. Coma, a no ser que tenga alergia de algo en especial o no logre de ninguna manera ingerir ese alimento. Siempre rechace con educación.
Cuando el tema es el ex
Hay casos en que su pareja estuvo de novio mucho tiempo con otra persona que era admirada por sus padres y usted nota que aún hay cierta admiración por ella, no intente hacer nada. “Si la familia se apegó a esa ex, es necesario respetar el tiempo. Ellos no tienen la culpa de nada, dejaron de convivir con una persona querida. Por eso vaya lento, el cariño y el amor por usted nacerán naturalmente.”
Fue lo que sucedió con la estudiante de nutrición Elizabeth Paiva, de 26 años. “Comencé a salir y aproximadamente dos meses después fui a conocer a la familia de él. La primera impresión que tuve fue que sería difícil la convivencia. Noté que ellos no me trataron con cariño y afinidad. Para empeorarlo, mi suegra cambió mi nombre”, recuerda.
Elizabeth cuenta que intentó no llevarlo al lado personal. “Y esa situación no duró mucho tiempo. Semanas después ella confiaba en mí y pasó a ser una persona muy querida. Hoy la considero una segunda madre y quiero que sea siempre así.”
[related_posts limit=”4″]