“Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido.” Mateo 3.17
Así como el Señor Jesús agradó al Padre, amándolo y siendo obediente al venir al mundo para ser sacrificado y salvar a la humanidad, también podemos sacrificar nuestra voluntad de obedecerlo y honrarlo con nuestras vidas lejos del mal.