“Es un sacrificio que vale la pena”
Carmen Bogado, de 28 años, participó del Ayuno de Daniel y a través del bautismo con el Espíritu Santo encontró una nueva vida.
“Siempre fui una chica que vivía angustiada, que no se valoraba a sí misma, tenía un complejo de inferioridad que no me dejaba desarrollarme como persona. Conocí la Universal a los 15 años porque había problemas económicos en mi casa, mi mamá hacía changas, nos alcanzaba solo para comer pero no para vivir, y mi papá estaba desempleado. Ellos discutían en casa y eso también me hacía mal”, recuerda.
Ella aprendió a usar la fe, pero no entregó su vida en el Altar: “Conquisté cosas por la fe. La relación de mis padres fue cambiando, dejaron de haber discusiones. El aspecto económico cambió, mi papá consiguió trabajo, yo también fui bendecida pero no tenía ningún compromiso con Dios. No tenía problema en diezmar, en hacer los votos o sacrificios pero mi vida no la ponía en el Altar y por eso sentía un vacío muy grande. Me acostaba angustiada y me despertaba peor.
Tuve un problema sentimental que me dejó muy mal y en ese momento decidí entregarme a Dios de verdad. Participar del Ayuno del Daniel me ayudó a salir de esta situación. Todo en mi interior fue cambiando. Dejé de sentir paz, para tener paz. Dejé de sentirme alegre para estar alegre. Todo se transformó, volví a nacer. Cambiaron mis actitudes, mi comportamiento, me volví más segura, mis complejos quedaron a un lado, la angustia desapareció. Los días que transcurrieron durante el Ayuno de Daniel no fueron para nada fáciles, me costaron un montón, pero fue un sacrificio que valió la pena”.
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