Maximiliano: “A los doce años comencé a involucrarme en el vicio del alcohol para escapar de los problemas que tenía en mi familia y con mis padres. Con el paso del tiempo, me transformé en una persona nerviosa, rebelde y agresiva.
A los quince años, tenía una pareja y celos enfermizos. Eso, sumado a los vicios, hacía imposible que una relación prosperara. Caí en depresión y mi situación empeoró. Inicié otra relación y también se frustró. Me sumergí más en los vicios y comencé a consumir marihuana y cocaína.
Con eso intentaba llenar mi vacío. Muchas veces mis padres tenían que salir a buscarme porque caía desmayado en la calle por consumir tantas sustancias. Me sentía muy mal. Sentía que era una humillación para mi familia. Quería cambiar, pero no lo conseguía. Solo aguantaba un tiempo teniendo una buena conducta.
Mi mamá conocía la Iglesia Universal y me invitó a la reunión de los domingos a las 15 horas, pero yo rechazaba la invitación. Sin embargo, llegó un momento en el que tuve que acercarme porque mi esposa me había dado un ultimátum para que cambiara. Yo creía que la felicidad se conseguía a través del alcohol, pero perseverando y obedeciendo todo lo que se hablaba en las reuniones, mi vida comenzó a cambiar y, así, Dios me liberó de los vicios, me dio la fuerza para dejar todo lo que consumía. Hoy mi vida está transformada, mi situación sentimental reconstruida, estoy felizmente casado y mi vida económica también cambió”.
Participe del Tratamiento para la Cura Definitiva de Todos los Vicios, a las 15 h, en la Universal más cercana de usted.