Alejandra fue presa de los vicios durante 24 años. Su camino estuvo lleno de dificultades. A continuación, comparte su experiencia y explica si realmente es posible volver a empezar.
“Cuando tenía 18 años, empecé a sentirme sola. Me criaron mis abuelos, nunca me faltó nada, pero sentía la ausencia de mis padres.
Empecé a tener amigos que fueron una mala influencia. Con ellos probé la marihuana y la cocaína. Después, era tanto lo que consumía que no podía dormir y tuve que tomar pastillas para bajar la ansiedad que me producía la droga.
Cuando probé la pasta base, viví un infierno. Fue lo que más me envició y empecé a hurtar. Era mechera, robaba para comprar drogas. Separaba un monto para consumir y otro para los gastos de la casa, pero al final me gastaba todo en los vicios.
En ese entonces, ya tenía a mis cuatro hijos a quienes les daba plata y les decía que no me la dieran, aunque se la pidiera. Mi hija la guardaba en la funda de su almohada. Recuerdo que una noche era tanto el deseo de consumir que se la pedí y ella me respondió: ‘No, mami’. Pero mi desesperación era tal que le pegué en la cara.
Una madrugada, con mi pareja volvíamos de robar en la costa y discutimos. Entonces, me tiró del auto con mis cosas. Me quedé en una plaza, no sabía cómo volver a mi casa, me sentía aturdida, escuchaba muchas voces, enloquecí y empecé a gritar, era un llanto desgarrador.
Uno de mis hijos se enteró del tratamiento Los Vicios tienen Cura. Él tenía 16 años en ese entonces y decidió asistir para pedir por mí. De pronto, me empezó a dar asco la pasta base y la dejé. Solo consumía marihuana.
Hasta que un día él me invitó a participar del tratamiento. Le respondí que no porque pensaba que no tenía cura, que el consumo era parte de mi vida. Sin embargo, a la semana siguiente me volvió a invitar. Nunca voy a olvidar esos ojos de amor con los que me miró. Entonces le dije que sí y llegué a la Iglesia Universal.
En esa reunión oraron por mí y me enseñaron a usar la fe. Hoy ya no tengo deseos de consumir, ya pasaron nueve años desde ese momento. La tristeza se fue, tengo paz, vivo con alegría y no me siento sola. Vencí todos los vicios y mi vida fue transformada.
Nunca me hubiese imaginado que algún día iba a disfrutar de una vida sana. Me levanto temprano, desayuno, voy a trabajar contenta, lo disfruto, vamos con mis hijos a la iglesia y compartimos lindos momentos.
Si estás en los vicios o tenés un familiar que lo está, te recomiendo que vayas al tratamiento porque los vicios sí tienen cura”.
Ella asiste a la Iglesia Universal ubicada en Av. Hipólito Yrigoyen 4310, Lanús.
Para ponerles fin a los vicios, iniciá el tratamiento gratuito, el domingo a las 15 h en Av. Corrientes 4070 – Almagro.
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