Sabe, describir a la persona que tanto la juzgó y la odió es difícil, incluso siento vergüenza, pero adelante…
, yo tenía odio de su voz, de su simplicidad, de su mansedumbre, en fin, de su manera de ser.
Tenía odio cuando usted publicaba sobre ayudar, sobre saber cambiar, sobre lidiar con situaciones de abuso de violencia, de palabras ofensivas – yo simplemente la odiaba. Incluso intentaba que usted me gustara, ¡pero no lo lograba!
Cierta vez, la llamé hipócrita aquí en su blog y, en lugar de contestarme de la misma forma, usted se hizo mi amiga y, al contrario de mí, fue tan amorosa… Yo la ofendí con palabras, incluso la insulté, y usted, discretamente, escribió al lado de las líneas en las que la ofendí lo siguiente:
“Mi querida, sé cuánto necesitas ayuda, estoy aquí y voy a orar por ti.”
Allí fue que me indigné por completo y le dije: “nada de eso, no ore, va a perder el tiempo”. E, inmediatamente, la eliminé de los e-mails de mis redes sociales. Lo peor es que yo pensaba que estaba bien. No me doblaba ante los consejos, ante la ayuda de nadie, mi orgullo no me lo permitía.
Un cierto día, una esposa de pastor me pidió que concurriera a una reunión de mujeres y, para mi frustración, allí estaba usted y me dije a mí misma: “¡Tenía que ser ella!” Pero, esta vez, les presté atención a sus palabras y lloré todo el tiempo.
¡Confieso que hoy, si pudiera, le daría un abrazo! Y ni la conozco personalmente, pero la odiaba día tras día.
Fue a través de esa palabra que usted me dio que me arrepentí de haber sido tan grosera… Fui tan sin valor cuando la insulté…
No soy digna ni siquiera de estar aquí y de recibir su atención. Siento una enorme vergüenza de decir todo lo que pensé y cuánto la juzgué.
“Voy a orar por ti, pues es la oración lo que necesitas.”
Me detuve, leí y lloré.
Me dije a mí misma: ¿Cómo puede ser tan compasiva conmigo, mi Dios?
¿Qué tipo de persona soy?
¿Qué ser humano tan sin valor soy?
¿Qué puedo hacer para ser mejor?
Ahora puedo revelar quién fui:
Fui una joven que fue abusaba a los 12 años y que crecí indignada con todo y con todos. Me volví adicta a las bebidas alcohólicas, tomaba día y noche ahogando mis lágrimas en un vaso de bar.
Lo fui, pero no lo soy más. Estoy participando del y del curso de la Cura Interior del Proyecto Rahab.
¡Gracias!
Francys Medeiros