En el blog de la señora Viviane Freitas, encontramos un mensaje para los momentos en los que dudamos de nuestra capacidad:
“Llegué a la conclusión que, si no confío en mí misma, otros tampoco podrán confiar. Si no estuviera segura de lo que quiero hacer o no tuviera objetivos, eso será transmitido a los que están a mi alrededor. Si no muestro confianza en mis habilidades, no podré exigir que los demás hagan lo mismo.
Por eso a veces surgen cuestiones:
• ¿Por qué mi marido no confía en mí en la administración?
• ¿Acaso no estoy calificada para el ascenso en el trabajo?
Por el contrario, debería usar la fe inteligente y preguntarse:
• ¿Qué imagen he transmitido a las personas que me rodean?.
• Aun profesando la “fe”, ¿he sido una persona segura, positiva?
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.”, (Hebreos 12:1).
Si no transmite confianza a los suyos, no confiarán en usted para poder seguirla. Aunque lo hagan, será sólo por obediencia y por un tiempo. Porque es a través de lo que transmitimos, que recibiremos respuestas en nuestra vida.
Analice quién ha sido delante de Dios, y de qué forma ha hecho uso de su fe, pues todo lo que “cosechamos” es resultado de lo que alimentamos interiormente.
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