Es uno u otro: quien rechaza a Jesús, niega el camino que lo lleva hasta el cielo
No es para que se vuelva pragmático, alienado o tonto. Tampoco para que deje de opinar para estar obligado a no razonar. Mucho menos para aumentar el porcentaje de cristianos en el mundo en que se habla tanto de la creencia en Jesús.
Si usted piensa así, está muy engañado. Cuando Jesús vino a la Tierra, hace más de 2 mil años, fue justamente para avisar a las personas que la vida no se resume a nacimiento y muerte, sino que además de eso, hay dos mundos eternos listos para ser habitados. Fue de ellos que Él habló cuando estaba aquí. Exactamente por esa revelación fue condenado a muerte y ejecutado con la pena máxima de esa época: la cruz.
Jesús no habló de una nueva religión, de un nuevo partido o de un gobierno terrenal. Tampoco vino a esparcir engaños. Y porque abominó la demagogia y la hipocresía, despertó la admiración de algunos y el odio feroz de muchos.
Lo que se piensa hoy, no es diferente de antes, es que Jesucristo fue un hombre que revolucionó el mundo y por eso se transformó en un mito, debido a que la mayoría de las personas lo ignoran como Dios Salvador. No obstante no fue con la simple finalidad de volverse un ídolo que descendió a la Tierra.
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”, (Juan 8:12).
Jesús es la Luz del mundo, Aquel que ilumina los pensamientos, abre la mente y aclara las dudas. Lo que significa que el mundo está en las tinieblas y en consecuencia quien vive en él también.
Las tinieblas simbolizan la oscuridad en la cual muchas personas viven. Están así porque no conocen la verdadera Luz. Quien está en las tinieblas no sabe el camino a seguir, qué decidir, qué es mejor para sí. Y lo que es peor, vive engañada, en la ilusión de que está haciendo lo correcto, mientras que desconoce la elección más sensata.
En esta quimera, la mujer se apasiona por el hombre comprometido, el hombre traiciona a la esposa, los matrimonios se deshacen, las familias se separan, además de las mentiras, los robos y las muertes que proliferan día tras día.
Jesús dice que si la Verdad nos libera, de hecho seremos libres. Quien no elige esa Verdad que libera de la oscuridad terrena está obligado a la condenación de vivir la eternidad en la oscuridad de la muerte, el tormento sin fin que se llama infierno (lea Juan 8:32).
En el infierno, como dice la Biblia, no habrá consuelo ni tregua, sino desesperación, llanto y terror que serán para siempre una realidad en la vida después de la muerte de la mayoría de las personas, de millones y millones que se rehusaron a aceptar la Verdad, la Luz y la Salvación, que solo vienen por medio de Jesús.
Por eso, es necesario creer que Él murió por nosotros, para lavarnos de nuestros pecados, para así volvernos libres de toda condenación eterna.
Jesucristo es la Luz del mundo, pero quien no admite esa realidad porque prefiere la oscuridad, automáticamente rechaza el camino a los cielos. Sin embargo, todo es una opción que la persona, en vida, toma acerca de dónde su alma pasará la eternidad.
Si usted acepta a Jesús como único Señor y Salvador vivirá la maravillosa promesa que Él mismo hizo a todos los que en Él creen:
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí. En la casa de Mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si Me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis.(…) Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.”, (Juan 14:1-3,6).
¿Usted va a continuar viviendo en la oscuridad y teniendo una vida de tormento después de la muerte, o prefiere aceptar la Luz, que le traerá aún más vida después de morir?
“De cierto, de cierto os digo, que el que guarda Mi palabra, nunca verá muerte.”, (Juan 8:51)