“Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu…”. Efesios 5:18
10º – Y no os embriaguéis con vino. Nadie se embriaga de inmediato; el proceso de embriaguez es lento y gradual. La persona consume, bebe, y el alcohol llega primero al estómago, luego al torrente sanguíneo y, finalmente, al cerebro, provocando que quede embriagada o incluso borracha. Entonces vienen las consecuencias, como mareos, lentitud en el razonamiento, en la coordinación motriz, somnolencia… Lo mismo ocurre en el ámbito espiritual.
Hoy, el “vino espiritual” puede ser muchas cosas. Mencionaré algunas para que ustedes estén alertas, porque cuando alguien se deja influenciar por el “vino” de esta sociedad, ya sea por noticias tendenciosas, materialismo, consumo excesivo de redes sociales, películas, teatro, series, moda, música, trabajo o fiestas, acaba embriagado y, en consecuencia, los accidentes en el ámbito espiritual son fatales.
- A continuación, describo los 7 síntomas más comunes de los embriagados espiritualmente:
- La persona se vuelve resistente a los cambios.
- Se aleja de la convivencia de quienes no se dejan influenciar o dominar por sus malos hábitos.
- No valora ni participa en actividades espirituales como reuniones solo para hombres, autoayuda, vigilias, campañas, etc.
- No quiere participar en un grupo.
- Evita involucrarse en eventos donde tenga que socializar con obreros, pastores, etc.
- Nunca se ofrece a contar su testimonio, ya sea sobre experiencias con el Poder de Dios, superaciones o transformaciones de vida.
- Siempre está esperando que los demás, ya sean familiares, obreros o miembros de la Iglesia, hagan algo por él.
11º – Hay disolución: Observe que las consecuencias del uso indiscriminado de cosas no espirituales llevan a la disolución, a la acción de disolver. Aquí está la respuesta a la pregunta que algunos se hacen: “¿Por qué esa persona que iba bien en su fe, con Dios, incluso en la Obra de Dios, se enfrió, se desanimó y se alejó de las cosas de Dios?”. Porque el proceso de disolución también es lento, imperceptible, pero constante.
Estas personas fueron consumiendo el “vino” de esta sociedad y, poco a poco, sin darse cuenta, fueron disolviendo su fe inteligente, la pureza, la dedicación en todo lo que hacían, la gratitud, el amor por Dios, la alegría de servir al prójimo, y el temor de no querer desagradar a Dios… Todo fue disolviéndose con el paso de los años. Y, cuando menos lo esperaban, ya no estaban orando con frecuencia, meditando en la Palabra de Dios y, como consecuencia, ya no estaban en la iglesia y mucho menos en la presencia de Dios. Recuerden: antes de que abandonen la iglesia física —que simboliza el Cuerpo de Cristo—, el embriagado espiritualmente se aparta de la iglesia espiritual – presencia de Dios.
12º – Sino sed llenos del Espíritu. Es decir, podemos hacer lo contrario: escoger, decidir y buscar ser llenos del Espíritu Santo, lo que en la práctica significa estar en la fe, pensando en las Sagradas Escrituras, lo que resulta en hablar con Dios constantemente, ya sea caminando, trabajando, en el transporte público, en el baño, en la universidad… y practicando Su Palabra en toda circunstancia y lugar. Esto es lo que significa estar lleno del Espíritu Santo: estar enfocado en las cosas espirituales y celestiales, y no en las cosas de esta vida pasajera, informaciones seculares… cosas vanas y vacías.
Obispo Júlio Freitas
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