«Porque los ojos del Señor contemplan toda la Tierra, para mostrar Su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con Él…».
2 Crónicas 16:9
«Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, Te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al Cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, Sé propicio a mí, pecador.
Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido».
Lucas 18:10-14