La Palabra de Dios es infalible, y conduce a todos los que creen a la vida eterna al lado del Padre. El Señor Jesús no solo quiere curar a los enfermos y expulsar todo el mal que existe en la vida de las personas, sino, especialmente, desea llevarlas a la Salvación.
Y el objetivo de la evangelización es justamente hacer que las personas que están lejos de este camino encuentren la Luz que las hará libres y las transformará en nuevas personas, como ocurrió con la coordinadora administrativa Vanessa Vieira Lino (foto abajo), de 31 años, que desde pequeña era llevada a casa de espíritus por la madre.
“Durante 25 años fui humillada, pues no obedecía a ese ritual. Nunca me entregué a ellos, no me gustaba, siempre respondía negativamente a sus solicitudes, en fin, era un verdadero infierno”, recuerda.
Según Vanessa, a causa de su desobediencia, sus padres incluso se separaron. “La convivencia con mi madre era de las peores, nunca tuve su amor, a fin de cuentas, ella me golpeaba, profería malas palabras, me humillaba. Diversas veces oí que yo nunca debería haber nacido.”
Con todo eso, comenzó a salir a los bailes, pues era su refugio. “No tenía ningún vicio, pero salía todos los días, para olvidarme de todo lo que vivía. Nunca fui amada y respetada por ningún hombre, no tenía una relación seria, ya había incluso desistido de mi vida sentimental”, cuenta. Según relata Vanessa, se sentía vacía, sola, le tenía mucho miedo a todo y a todos, y no dormía por la noche, pues tenía pesadillas. Veía sombras, era una persona triste, pero todo cambió cuando conoció a Jesús.
Después de años de sufrimiento, la vida de Vanessa comenzó a transformarse. “Una obrera llamada Ivone comenzó a luchar por mí y por mi familia. Durante 7 años insistió en nuestra felicidad. Ella comenzó a evangelizar, pero yo no le prestaba atención, incluso porque la madre de ella también servía a los espíritus”, recuerda.
Una nueva historia
“Todo cambió el día que fuimos a la IURD. Nunca más salimos. Mi vida fue transformada, no fue fácil, pero, después de mucha lucha y perseverancia, soy feliz. Dios cambió mi historia, o mejor dicho, Él escribió una nueva. Hoy estoy completa, pues mi madre y yo vivimos bien; ella es mi compañera. Estoy comprometida, amo y soy amada. Sirvo a Dios con mucho placer, formo parte de Su Obra y Él me ha usado para salvar a otras personas también. Lo que Dios hizo, la vida que Él me dio, jamás lograría retribuírlselo”, finaliza Vanessa.
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