Usted trabaja muchísimo, gasta aún más, come y duerme descontroladamente, sea para más o para menos. El exceso o la escasez de algo obstruyen el buen funcionamiento cotidiano, desorganizan nuestras prioridades; principalmente, cuando se convierten, más que en un simple hábito, en una dependencia.
Muchas veces, la compulsión alcanza algún aspecto de nuestra rutina, es un medio para llenar el vacío personal, superar una frustración del pasado o enfrentar alguna dificultad del presente. La pérdida de interés por algo y el desánimo también pueden significar que algo no está yendo bien y que usted lo está tratando con dejadez y pereza.
Esos síntomas tienden a ser silenciosos. Generalmente se notan cuando ya estamos llegando al límite, mintiéndole a otros y a nosotros mismos, sintiendo culpa por haber gastado sin necesidad o por estar cansados de tanto comer. Los vicios muestran las debilidades de alguien que no tiene o no sabe usar su fe.
Reaccione. Combata el mal desde la raíz. Únase a Dios y fortalézcase en Él. El Espíritu Santo lo llena de vida. Usted no necesita un medio material para sentirse más feliz o menos despreocupado. Usted necesita usar su fe inteligente para encontrar una salida con sabiduría y parsimonia. Las enseñanzas de Jesús lo guiarán hacia la Verdad.
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu…” Efesios 5:15-18
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