Trabajar es muy bueno, pero hay quienes exageran. El equilibrio es necesario. Un descanso garantiza hasta incluso un trabajo más productivo y creativo. Gana el funcionario, gana el patrón.
Quien no descansa, pierde salud y calidad de vida.
La propia Biblia muestra que el séptimo día de descanso es necesario para quedarse con la familia, tener momentos importantes solo, viajar o conocer más de la ciudad, ponerse con la lectura al día (eso para quien tiene la costumbre de leer…), dejar el atraso del sueño y otras cosas que muchas veces vivimos postergando, pero que son muy necesarias.
Pero, ¿pero cómo saber el momento adecuado para una pausa? Lo ideal, según los médicos, es descansar poco a poco, en vez de casi desmayarse de trabajar y solo parar de repente en las vacaciones.
En el día a día, podemos notar algunas señales. Usted sabe que necesita vacaciones cuando:
– Se levanta sobresaltado a causa del horario, corre hacia la ducha y solo allí abajo recuerda que es domingo o feriado;
– Atiende el teléfono de su casa o el celular personal y dice: “empresa tal, ¡buen día!”;
– Sueña con el trabajo;
– Cuando está almorzando, la charla es sobre el trabajo; cuando está paseando, la charla es sobre el trabajo; cuando está saliendo con alguien, provoca la rabia del acompañante por hablar solamente de… ¡trabajo! Y con mucha razón;
– El fin de semana, en piloto automático, termina almorzando donde almuerza toda la semana;
– Tiene que ir a cualquier otro lugar y, también en piloto automático, toma el camino hacia el trabajo;
– Solo quiere relacionarse con gente de su mismo ámbito profesional;
– En los días libres, usa la misma ropa que usa para trabajar (a no ser que usted pueda trabajar vestido a su gusto).
Aunque el texto sea un poco en tono de broma, ciertos síntomas anteriormente mencionados son muy preocupantes. Claro que hablar del trabajo es genial también, principalmente si le gusta lo que hace (y bien hecho, porque mucha gente solo habla y a la hora de hacer, se complica más que todo). El trabajo es benéfico. El problema es vivir solo para él y perder el orden de las prioridades de la vida.
“Y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.” Eclesiastés 3:13
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