No es la manera cómo nos vestimos o cómo cuidamos de aquello que nos pertenece — dinero, ropa, joyas, coche, etc. lo que revela quienes somos, sino el deseo que tenemos de poseer tales cosas. Hay personas que se apegan a lo que poseen ahora, porque durante toda su vida no tuvieron condiciones de adquirirlas; otras, simplemente por el placer de tener cada vez más y más. Por eso, muchas mujeres acaban perdiendo todo lo que tienen viviendo sin aquello que necesitan e incluso, pasando necesidades. Nada es suficiente para ellas. La vida no es suficiente. Están siempre deseando tener más de esto o de aquello; se apegan a lo poco que tienen y jamás piensan en compartir. Tal vez al leer este artículo, incluso te sientas indignada, pero puede ser que tú seas exactamente como ellas.
Por ejemplo: ¿Cuándo fue la última vez que diste algo a alguien? ¿O cuándo fue la última vez que dejaste de tener algo para ti, con la finalidad de que otra persona pudiera tenerlo, por el simple placer de dar?
Yo aprendí esta lección cuando todavía era muy joven. Mi madre siempre aprovecha todas las oportunidades para ofrecer algo a otras personas. Nosotros no teníamos mucho, pero todas las Navidades, dábamos la mayoría de nuestros juguetes a los niños de las regiones necesitadas de Río de Janeiro. Aprendimos muy pronto a desprendernos de nuestras cosas para que, cuando creciésemos, no influyesen en nuestra forma de ser. Tenía apenas 8 años, pero el placer de ver a otra niña recibir mi mejor muñeca compensaba el sacrificio. Nunca nos habíamos visto antes y, probablemente, nunca volveremos a vernos de nuevo; tal vez ellas hayan entendido el verdadero significado de nuestra actitud. En realidad, nosotras si que fuimos bendecidas, pues cuanto más dábamos, más Dios nos bendecía.
A mí me parece que el problema está dentro de la persona, cuando no entiende que cuánto más se apega a lo poco que tiene menos tendrá. ¡Está escrito y comprobado! Mira hacia las personas que son egoístas y observa si son felices con lo que tienen… Tengo la seguridad de que no. Nada es suficiente para ellas y lo que poseen no les trae alegría. Tengo amigas y amigas — unas que hacen lo extraordinario para dar y otras que se contentan solamente con recibir. Generalmente, doy para los dos tipos de amigas, pero en el fondo sé cuál será verdaderamente bendecida. Pueden no tener la condición de comprar el mundo, pero tienen disposición para dar lo que tienen, incluso aunque les falte.
Eso es lo que marca la diferencia entre amiga y amiga, entre mujer y mujer, entre cristiana y cristiana. Unas están listas para sacrificar; otras, listas solamente para recibir. ¿Quién será bendecida a fin de cuentas? ¡Las que sacrifican! No hay otra forma, no existe otro camino, no hay excusas; si no das, no recibes. No hay nada más que explicar. ¿Por qué alguien cuestionaría este hecho? Ahora, pregúntate a ti misma cuándo fue la última vez que diste o te sacrificaste por alguien — olvidándote de ti misma por un instante. Responde con sinceridad: ¿Necesitas más explicaciones para entender el porqué no estás siendo bendecida?