El sacrificio del Señor Jesucristo en la cruz del Calvario hace 1.978 años, debería ser visto por todos los cristianos como un ejemplo a seguir, como dice la Palabra de Dios: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados, y caminad en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en un olor fragante.” (Efesios 5:1,2).
Sin embargo, no debería de ser como hemos visto en algunos que, careciendo de la visión espiritual del sacrificio de Cristo, o porque no tienen el coraje de sacrificar, se basan en el sacrificio del Maestro para adaptarse a la situación.
Cuando hablamos de la visión espiritual sobre el sacrificio del Señor Jesús, es porque el hecho de que se haya producido este sacrificio no tiene nada que ver con las conquistas materiales; sino con la conquista del propio Dios quien escogió el camino del sacrificio para perdonar nuestros pecados. ¿No es eso lo que está escrito en Hebreos 10:12?
Pero Jesús, habiendo ofrecido un único sacrificio por los pecados, se sentó a la diestra de Dios. Sin embargo, tenemos que hacer nuestra parte para recibir el perdón de nuestros pecados, arrepintiéndonos. Por esta razón, hay tantas personas que sufren de adicciones, problemas económicos, enfermedades, familias destruidas…
Si el sacrificio que el Señor Jesús hizo en el Calvario hace 1.978 años, fuera suficiente para alcanzar las conquistas materiales, entonces, desde esa fecha no habría más sufrimiento ¿verdad? Por supuesto que usted no necesita ser azotado, colgado en una cruz con clavos en las manos y en los pies, sino que con el ejemplo que Jesús nos dejó, tenemos que sacrificar por lo que queremos.
Y cuando hablamos de falta de valor para sacrificar es porque todo sacrificio requiere dolor y renuncia. Si nos fijamos fríamente no hay conquista sin sacrificio. Por ejemplo: ¿A cuántas personas les gustaría tener una graduación? Pero para eso es necesario pagar el precio de años de estudios y sólo aquellos que están licenciados o licenciándose saben el sacrificio que es realmente. Por otro lado, el atleta que quiere hacer la diferencia en el deporte que practica, sabe que tiene que sobresalir en los entrenamientos, renunciando a muchas cosas para estar listo para las grandes conquistas y ser un ganador.
De hecho, no hay conquista sin sacrificio. Si usted quiere algo en su vida debe sacrificar, porque de lo contrario aquello que quiere, no podrá materializarse en su vida.