Las consecuencias de los malos hábitos pueden extenderse por varias generaciones. Es lo que demuestra un estudio de la University of Adelaide, de Australia. Después de una década de investigaciones, los estudiosos concluyeron que la obesidad y otros problemas relacionados al estilo de vida de los padres pueden ser transmitidos a los futuros hijos. O sea, un bebé generado por padres que se alimentan mal, fuman y consumen alcohol ya puede nacer “pre-programado” para una vida con problemas de salud. La investigación Parenting from before conception (Paternidad antes de la concepción, en español) muestra que la responsabilidad de los padres en relación a los hijos comienza mucho antes de la concepción del niño.
Eso sucede porque factores externos, como la alimentación, polución y estrés modifican el funcionamiento del cuerpo de los padres. Esos cambios quedan guardados en la memoria de los genes y son almacenadas tanto en el óvulo de la madre como en el espermatozoide del padre. En resumen: padres con malos hábitos terminan llevando sus genes a funcionar de mala manera y ese mal funcionamiento es transmitido a los hijos. De la misma forma, los genes de padres que mantuvieron hábitos saludables funcionan de forma mejor – y ese buen desempeño que será pasado a los futuros hijos.
“Cuanto antes suceda la prevención de enfermedades, mejor. Y eso ocurre ya en el útero, pues todo lo que la madre come y todo los que la madre hace genera una programación en el cuerpo del hijo. Hay estudios que apuntan que hijos de padres y madres que pasaron por traumas tienen probabilidades de desarrollar problemas como depresión” dice el oncogeneticista José Claudio Casali, miembro de la Sociedad Brasilera de Oncología Clínica.
Lia Kubelka Back, doctora en Biología Celular y del Desarrollo y directora clínica del laboratorio Biogenética, dice que el fenómeno puede ser explicado por la epigenética, un campo de la genética que investiga como los factores ambientales pueden afectar la forma como el código genético de una persona se manifiesta. “Hay investigaciones que indican que personas que ingirieron junk food por mucho tiempo pueden alterar el material genético de futuras generaciones. Todo lo que los padres hicieron antes de la concepción ya puede estar contando para la salud de los hijos” resume.
Dé fuerza a la genética
Más allá de que el estilo de vida de los padres pueda influir en la salud de los hijos, Casali garantiza que la herencia genética no es una sentencia. “Cada uno elige la enfermedad que va a tener en el futuro. Muchas enfermedades que conocemos son resultado de una mezcla de factores genéticos, ambientales y de las elecciones que la persona hace diariamente”, alerta Casali, que también es profesor de Medicina de la PUC-Paraná y jefe del servicio de Oncogenética del Hospital Erasto Gaerther.
O sea, todo ser humano nace con una especie de programación que viene de los padres, pero esa programación puede ser accionada o modificada de acuerdo con la vida que la persona lleva. “Cada gen tiene una especie de interruptor conectado en él. Cuando la personas nace, los interruptores están desconectados, pero los hábitos de vida pueden hacer accionar interruptores”, afirma Casali.
Mala alimentación, estrés, exceso de medicamentos, cigarrillos y alcohol, por ejemplo, puede estimular o acelerar la aparición de enfermedades. Ahora, una dieta balanceada, asociada al control de la ansiedad y del peso, puede reducir el riesgo de enfermedades aunque el historial familiar sea desfavorable.
Lia Kubelka Back destaca que cada persona tiene una gran responsabilidad en las manos.”Aunque quien tiene predisposición para desarrollar obesidad o cáncer consigue reducir esa posibilidad con hábitos saludables”, completa.
Prevención, el mejor remedio
El cardiólogo Carlos Alberto Machado, de la Sociedad Brasilera de Cardiología (SBC), alerta que las condiciones para la aparición de enfermedades crónicas comienzan a formarse de manera silenciosa en el organismo. “En el inicio, las personas no tienen síntomas y creen que no necesitan cuidarse. Todo comienza con la alimentación inadecuada y la falta de actividad física, que lleva a la obesidad y al sedentarismo. Es importante saber que, más que vivir más tiempo, es fundamental tener calidad de vida” dice.
Machado aconseja que la prevención de enfermedades debe comenzar en la infancia. Según él, los niños deben ser incentivados a hacer ejercicios físicos y a comer frutas, verduras, legumbres y alimentos con fibras. “Las personas están comiendo muchos productos industrializados, muchas comida con grasa, tomando mucha gaseosa, nadie sale a caminar e incluso tienen problemas con el estrés. Si no cambiamos eso ahora, vamos a tener una población de ancianos muy enfermos”, resalta. Machado incluso dice que todo adulto debería hacer por lo menos 30 minutos de actividad física por día, cinco veces por semana, conforme a la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El ortopedista y coordinador del Centro de Medicina del Ejercicio y del Deporte del Hospital 9 de Julio, Ricardo Nahas, dice que el ejercicio físico también puede beneficiar a quien ya sufre con algunas enfermedades. “El ejercicio físico ayuda a controlar mejor la diabetes y la presión arterial. Cada persona puede hacer la vida más activa con actitudes simples, como ir caminado al mercado, cambiar ascensor por escaleras, caminar hasta el trabajo y evitar permanecer muchas horas sentado”, enseña.
Nahas destaca también, que el sedentarismo provoca un círculo vicioso que solo empeora la salud. “Quien no hace ejercicio sube de peso, crea resistencia a la insulina, aumenta el colesterol y las placas de grasa en las arterias, sobrecarga las articulaciones y pierde masa muscular. El sedentarismo puede provocar enfermedades cardiovasculares a partir de los 30 años de edad”, finaliza.
Uno de los hábitos más saludables para acceder a una mejor calidad de vida está en vivir por la fe. Las personas que viven por la fe eliminan la posibilidad de todo tipo de enfermedades y males, aun siendo estos “hereditarios”. Aprenda a vivir por la fe y que la suya sea una vida de calidad.
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