Imagínese que, en una mañana como cualquier otra, usted se despierta y, al mirar por la ventana, se da cuenta que una guerra está sucediendo allí afuera. Barricadas dispersas por donde había calles tranquilas, trincheras abiertas, tanques de guerra circulando, soldados empuñando armas. La escena es surrealista, después de todo, usted se fue a dormir con todo en paz y se despertó ante un conflicto armado.
En ese momento, ¿cuál sería su pensamiento? Creo que el de protegerse a sí mismo y a su familia. Nada ni nadie podrían distraerlo de ese objetivo crucial. Usted no estaría preocupado por la ropa que vestiría en el día, por pequeñeces ni tampoco por estar perdiendo el tiempo en las redes sociales. Su meta sería garantizar la seguridad de todos en su casa y la provisión de supervivencia.
Este tipo de guerra puede ser que no esté ocurriendo donde usted vive, pero existe una guerra espiritual declarada todos los días. Somos bombardeados por pensamientos de dudas, cuyo único objetivo es minar nuestra fe y, por lo tanto, nuestra relación con Dios. Después de todo, sin fe es imposible agradarlo (Hebreos 11:6).
Pero, ¿cómo defenderse de esta confrontación?
“Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a Aquel que lo tomó por soldado.” (2 Timoteo 2:4)
Esto no significa que usted se aislará de todo y de todos, pero no se permitirá distraerse en plena guerra.
Las distracciones de este mundo han hecho que miles de personas acepten pensamientos totalmente contrarios a la fe inteligente. Y cuando las mismas se dan cuenta, están desanimadas, afligidas, ansiosas y descreídas de sí mismas.
Cuando asumimos la verdadera fe en Dios y en Su Palabra debemos ser conscientes de que entramos en una guerra contra nuestro adversario espiritual:
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar…” (1 Pedro 5:8)
Pero, ¿cómo permanecer sobrios y vigilantes si usted, quizás, está complicado con tantas distracciones?
Reflexione sobre esto y comience a identificar a los “ladrones” de su atención y cómo ellos han atacado a su fe. Comience a vigilar en el sentido de eliminar la influencia de ellos en su vida. Es su fe la que está en juego, y de ella depende toda su vida aquí y en la Eternidad.
Advierta también a sus amigos y a sus familiares compartiendo este mensaje.
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