Muchas personas sinceras, pero ignorantes del pleno conocimiento de Dios, dicen que, en el pasado, fue el propio Señor Jesús quien hizo los milagros y que los apóstoles también los hicieron porque fueron especialmente comisionados para eso. La verdad es que, si en aquella oportunidad, el Señor estaba con los apóstoles de una forma física, hoy tenemos al mismo Señor, en la Persona del Espíritu Santo, no a nuestro lado, sino, dentro de nosotros.
Dios nunca más usará a hombres del pasado para dar continuidad a Su Obra, pues ellos fueron usados por Él en sus respectivas épocas. Hoy, Dios quiere usar a cada uno que vive, cree y tiene plena certeza de fe en la persona de Su Hijo Jesucristo. Por eso, existen los frutos y dones del Espíritu Santo, con el fin de capacitar a los cristianos de hoy para el trabajo que el Señor ha destinado para cada uno de ellos.
Otra cosa que debemos resaltar sobre este tema y que registramos como de mayor importancia dentro de la Obra de Dios en este mundo es el hecho de que tanto los frutos como los dones son exclusivamente de propiedad del Espíritu Santo. Acerca de los dones, el propio Espíritu de Dios, a través de Pablo, nos da informaciones, diciendo:
“Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos. Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.” 1 Corintios 12:2-3
Eso significa que nadie puede maldecir al Señor Jesús por el Espíritu Santo. Por otro lado, nadie puede decir: ¡Señor Jesús! Si no por el Espíritu Santo. También quiere decir que nadie puede expresar el nombre de Dios si no fuera inspirado por el Espíritu Santo. En resumen: todo el bien proviene del Espíritu Santo a través de nosotros y todo el mal del diablo a través de aquellos que lo practican.
Es claro que eso no significa que, cuando hay una práctica del bien, la persona esté automáticamente poseída por el Espíritu Santo, como tampoco que, cuando una persona practica un mal esté poseída por un demonio. Sin embargo, es absolutamente cierto que si algún hecho es para el bien, entonces hay una “inspiración” del Espíritu de Dios, aunque el diablo y sus demonios también usen el artificio de “ser solidarios” con la intención de ganar la confianza de sus fieles, haciéndolos creer que ellos son de Dios.
Es necesario que haya un discernimiento espiritual para saber con qué finalidad o a cambio de qué son realizados estos beneficios. Porque el diablo puede encaminar muy bien a la persona para “ser solidario” y, muy sutilmente, despacito, allá por el medio del camino, va desviando su mente, desencaminando su destino, hasta la posesión completa y consecuentemente, a la ceguera total, para impedirle discernir entre el bien y el mal. Este es el caso de algunas sectas espiritistas, sean ellas de cualquier línea, no importa el color o la tapa que tengan, porque está escrito: “que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita.” 2 Timoteo 3:5
Para los cristianos: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como Él quiere.” 1 Corintios 12: 4,5,7,11
Podemos concluir que nadie posee un fruto o un don especial, porque todos le pertenecen al Espíritu del Señor Jesucristo. Lo que sucede realmente es que si alguien manifiesta un don, el Espíritu lo usó para aquel determinado servicio. Mientras, el don solo Le pertenece al Espíritu del Señor, y nunca a alguien, aunque sea el pastor o el obispo.
Es extremadamente importante saber esos hechos, porque eso disuelve cualquier apariencia de orgullo o vanidad personal. Cuando Saúl fue ungido rey sobre Israel, se volvió profeta entre los demás profetas; creyéndose propietario de esta unción, se sintió en el derecho de sustituir al profeta Samuel y ofrecer holocausto y ofrendas pacíficas delante de Dios, en lo que fue inmediatamente reprobado por Cristo. Así, muchos también se creen dueños de aquello que pertenece tan solo a Dios, los vanidosos andan por ese camino, que a simple vista trae éxito, pero en realidad es el camino de la perdición. Tal cual el pecado: en la boca es dulce como la miel, pero en el estómago es amarga como la hiel.
(*) Texto extraído del libro “El Espíritu Santo”, del obispo Edir Macedo
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