Cleonice Fonseca Leite fue hasta la comisaría de Cachoeiro de Itapemirim, en la región sur de Espíritu Santo, para encontrar a los hombres que mataron a su hijo. Él tenía tan solo 25 años y, en un intento de asalto, fue asesinado a tiros. La visita, sin embargo, no fue para vengarse. Ella fue a perdonarlos, los acusados confesaron el crimen.
“Tuve pena. En el momento sentía que mi hijo estaba conmigo. Me saqué un peso de mi espalda; no les negaría un abrazo. Estoy aliviada por haberles hablado de Dios. Ahora podré seguir adelante, continuar con mi vida”, declaró a la prensa, después de perdonarlos y abrazarlos (foto).
La diputada colombiana Clara Rojas actuó de manera semejante. En el 2002, ella fue secuestrada por el grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y, por 6 años, ella huía constantemente de los guerrilleros, escondiéndose en medio de la selva tropical. Quedó embarazada, pero no pudo quedarse con su hijo. Hoy, 6 años después de ser obligada a separarse del niño, ella lo encontró en un orfanato y declaró a toda Colombia: “Decidí perdonar a quien me secuestró porque consideré que eso me permitiría seguir adelante. Y de hecho me lo permitió.”
Muchas personas, después de sufrir agresiones o humillaciones, tienen deseos de venganza. Pero, incluso cuando logran vengarse, no son felices, pues el sufrimiento que vivieron todavía está allí. Otras, como Cleonice y Clara, perdonan, porque entienden que es la única manera de seguir adelante.
70 veces 7
Uno de los pasajes bíblicos más intensos es la respuesta del Señor Jesús a Pedro cuando le preguntó cuántas veces debía perdonar a una persona: “No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces.” (Mateo 18:22)
El Señor aclara que es necesario perdonar, desde lo más intimo, las veces que sean necesarias. Lo que no todos notan en este pasaje, sin embargo, es que el perdón no beneficia solamente al infractor, sino también al ofendido. El obispo Júlio Freitas explica:
“La amargura, el rencor y el odio forman parte del gran trastorno del espíritu, pues no solo contaminan a la persona que los alimenta, sino que también le impiden recibir el Espíritu de Dios mientras el rencor esté en su corazón.”
El obispo afirma que la imposibilidad de perdonar indica un espíritu débil. Y, peor que eso, cuanto más rencor se guarda, más lejos de Dios está la persona. “Si desea recibir el perdón de Dios, antes debe perdonar de todo corazón a quien lo hirió, porque solamente de esa manera el Espíritu Santo encontrará espacio para entrar y permanecer.”
¿Usted guarda rencor en el corazón? Ahora usted ya sabe que la mejor manera de librarse del peso del rencor es perdonando a quien un día lo ofendió. ¿Desea saber más? Participe de un encuentro en una Universal cercana a su domicilio y aprenda más sobre cómo actuar de la manera que a Dios le agrada. Vea la dirección más cercana ingresando aquí.
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