Un estudio realizado por la Universidad de Masachusetts (EUA), en 2013, constató que algunas personas pueden decir hasta tres mentiras cada diez minutos en una conversación, y que también pierden 30% de su tiempo contando más mentiras que verdades.
Mucho o poco. Solo una vez o todos los días. Intentando evitar una pelea o para tener una posición mejor delante de un amigo o del jefe. Muchas son las excusas usadas por las personas que mienten. Lo que no saben es que no le están mintiendo solo a los demás, sino principalmente, a ellas mismas.
Por más que se recurra a la mentira, como una forma de escapar de un castigo, se descubre la verdad, hasta por el comportamiento del mentiroso. Es lo que afirma Timothy Levine, profesor de Comunicaciones de la Universidad de Alabama. Él explica que el acto de mentir provoca algunas emociones fuertes difíciles de contener. “Incluso cuando creemos que las estamos disfrazando bien, podemos emitir pequeños movimientos llamado “micro expresiones”, que nos delatan.”
Cambiando la situación
Se necesita valentía para decir la verdad o para volver atrás después de una mentira y ser sincero. Pero, ese es el primer paso para recuperar la confianza de las personas y terminar con la costumbre de inventar historias para librarse de los errores.
El obispo Renato Cardoso advierte a los mentirosos. “El hombre usa la mentira como un mecanismo para intentar librarse de los enfrentamientos o castigos. Esas situaciones desagradables terminan siendo un hábito. Elimine la mentira de su vocabulario, prohíbase mentir”, aconsejó.
Jesús dejó claro que la mentira no agrada a Dios, cuando explicó que el que miente, hace la voluntad del diablo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Juan 8:44)
Por eso, si usted ha vivido en la mentira, tiene que tomar la actitud de ser verdadero en todo, a partir de ahora. “Usted debe encarar las consecuencias de la verdad, duela a quien le duela”, añadió el obispo Renato.
No hay nada más digno en la vida de una persona que pronunciar siempre la verdad. Porque, la pureza de la palabra trae paz, confianza, credibilidad y, sobre todo, comunión con Dios.
Participe de una reunión en la Universal más cercana a su casa, y siga el camino de la verdad.
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