Tuve el conocimiento de que el mayor motivo que impulsa el pedido de renuncia de un empleo no son las dificultades del trabajo ni la insatisfacción con el salario, sino el jefe.
Y quiero de antemano decir que este texto no va a fortalecer la grave falla humana de buscar defectos en las personas y maldecirlas. ¿Usted ya se dio cuenta que el chisme más placentero en el ambiente de trabajo es sobre el carácter, la ropa, las decisiones, la familia y las novedades del jefe? Todo lo que él (ella) hace o deja de hacer provoca muchos comentarios.
Aparte de estos comentarios espinosos, lo peor en esa convivencia necesaria – para muchos, obligatoria realmente – son las críticas.
Cuando hacemos un trabajo, normalmente nos involucramos para dar lo mejor de nosotros y lo que esperamos en el final es un resultado positivo.
Si él no viene y además recibe una avalancha de depreciaciones y críticas, no es nada agradable.
No son todos los que están listos para recibir una opinión negativa o una reprobación. Algunos se quedan con el autoestima destrozado por causa de eso.
Y tampoco todos los jefes saben hablar. Están los que no deberían ser jefes nunca, pues son autoritarios, agresivos, impacientes y mal humorados.
Incluso con ese perfil, esperan tener buenos resultados de aquellos que son sus subordinados.
Para que las críticas y los malos jefes no roben su placer y su capacidad en el trabajo, cambie su manera de razonar.
Generalmente, quien evalúa un trabajo no lo analiza con sentimientos, sino que busca los resultados. Entonces, si no lo alcanzó, concéntrese sin sentimientos, en detectar dónde falló. Usar las críticas como aliadas es un poderoso combustible para su crecimiento.
Nada de hacer gestos, quedarse con resentimientos y hablar a las espaldas. A lo largo de la vida, ¿cuántos empleos, jefes, compañeros y críticas vendrán?
Y a los jefes y los que toman decisiones sobre la vida de las personas: sepan que nada da más credibilidad a una empresa que ver a los empleados antiguos y satisfechos. Ellos prueban que allí hay un buen gerente, humano y justo. Las empresas en las que nadie puede permanecer por mucho tiempo, o que se quedan solo por la falta de opción, expresan todo sobre sus dirigentes.
Tal vez el agente de la crítica, que tanto le duele, no es el jefe, sino su cónyuge, sus padres o amigos. El secreto, sin embargo, es el mismo. Nosotros nunca lograremos agradarlos todo el tiempo, aunque nos esforcemos mucho. Pero use las palabras duras para impulsar su crecimiento.
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