La amistad es una necesidad en la vida de todo hombre y de toda mujer. Comienza justo después de nacer, cuando sientes el calor de tu dulce madre abrazándote tan fuerte que no quieres soltarla nunca. Continúa cuando creces un poco y aprendes a hacer reír a tu padre. Y, entonces, cuando ya creciste lo suficiente como para ir al colegio, conoces a aquella chica de tu edad que parece ser todo lo que siempre quisiste ser. Cuando te conviertes en adulta, te casas con el hombre de tus sueños y éste se convierte en tu mejor amigo.
Infelizmente, todas estas escenas forman parte de un mundo ideal, pero no siempre son la realidad. Los amigos vienen y van, las amistades comienzan y terminan… Los mejores amigos a veces se separan por la distancia, pero mayoría de las veces, somos nosotros mismos quienes permitimos que acontezca. Un cotilleo, un mal entendido, una actitud sin pensar o una expectativa tan grande que nadie sería capaz de cumplir.
Sabemos lo importante que es la amistad para nosotras, pero cuando cositas como ésas entran en nuestro medio, rápidamente nos olvidamos de su importancia en nuestra vida y realizamos la elección más común: la distancia. ¿Ya escuchaste decir que la distancia cura las heridas? Pues yo te digo que una herida en el corazón no puede ser curada con la distancia o con el tiempo, por-que está dentro de nosotros. Los recuerdos no desaparecen así tan fácilmente. “El tiempo cura todas las heridas” — ¿sabes qué significa eso? Eso no quiere decir que debas distanciarte de la persona que te dañó y tus heridas serán curadas, si fuese así ¿de dónde vendría el resentimiento? El verdadero significado es que cuando el tiempo pasa y la persona llega a la conclusión que es absurdo guardar malos sentimientos contra otra persona, ella al final es curada.
El resentimiento te hace daño a ti y a las demás personas. Cuando guardas en tu interior cosas malas, éstas te acompañarán donde quiera que vayas, como un peso innecesario colgado de tu cuello. Piensa: ¿por qué cargar con ese peso si puedes dejarlo en el suelo y seguir adelante?
Yo tuve dos amigas muy próximas que se distanciaron debido a las circunstancias de la vida y, en aquella época me entristecí mucho. Cada vez que escuchaba sus nombres, me acordaba de cuánto me habían decepcionado y no me interesaba tener noticias suyas. Las había perdonado en mi corazón, pero decidí que no quería sufrir más de esa manera y, por ello, me distancié. Hasta que Dios habló conmigo que era inútil hacer con ellas lo que ellas estaban haciendo conmigo, pues yo estaba tan equivocada como ellas.
¿Por qué estaba siendo influida para hacer cosas que yo no acostumbraba a hacer tan sólo para poder protegerme? ¿Cuántas veces queriendo protegernos, acabamos cometiendo el mismo error que la otra persona, apartándonos, cambiando nuestro comportamiento y mirándola de una manera diferente? En mi corazón, siempre deseé ser una buena amiga ¿Por qué tenía que ser de otra forma ahora? Es así que se acaban las amistades. Pero si continuamos siendo una buena amiga, la amistad no se acabará, y por encima de todo, seremos quien da la lección moral.
Extraído del libro “Mejor que Comprar Zapatos” de Cristiane Cardoso