“Sin arrepentimiento verdadero nadie puede heredar el Reino de Dios”
Muchas veces sucede que la persona está en un estado muy próximo al arrepentimiento; se siente pecadora y reconoce su estado pecaminoso, pero falta algo. Un demonio o algo la sujeta y no la deja tomar la decisión. Por eso, en nuestras iglesias pedimos a Dios para que la persona venza eso y coloque en práctica aquello que ya siente en su corazón. Algunas personas se quedan en la iglesia durante mucho tiempo oyendo la Palabra de Dios, que va golpeando el corazón. Es como la parábola del sembrador, que dijo el Señor Jesús, donde la semilla cae en varios tipos de terreno. El hecho es que sin arrepentimiento verdadero nadie puede heredar el Reino de Dios.
¿Puede la persona que se arrepiente estar sujeta a una recaída, ir cayendo de a poco y volver a su estado anterior, o puede eventualmente cometer determinados pecados, aún estando arrepentida? En primer lugar, Dios nos dio libre albedrío; el arrepentimiento operado en nuestras vidas, por nuestra voluntad y por la acción del Espíritu Santo, que nos fortalece, no es una violación de Dios a nuestro ser, a nuestra inteligencia, razón o emoción. Es una actitud radical, pero que parte también del individuo, de modo que, si él, por cualquier razón, quisiera volver a practicar las obras antiguas, tiene libertad para hacerlo.
Por eso, el arrepentimiento desemboca en la conversión y en la santificación, que va a fortalecer la vida de la persona, pues, aún arrepentida, es posible que cometa pecados, si no vigila o si no está con su vida en las manos de Dios. Una persona que ya sabe andar también puede caerse, pero eso no pone en juego su estado total de arrepentimiento. Si está realmente arrepentida, esos actos pecaminosos van a doler en su alma e inmediatamente colocará su vida delante de Dios, pidiendo que Él perdone esos pecados.
No podemos confundir arrepentimiento con sentimiento de culpa o remordimiento. Remordimiento es el pesar por algo practicado; es el sentimiento que dice que la persona no está satisfecha, no está contenta de haber hecho lo que hizo. No es arrepentimiento, porque la mentalidad de la persona no está totalmente transformada, al punto de hacer que ella jamás tome una decisión semejante. Muchas veces la persona queda con remordimiento, pero vuelve a equivocarse, porque su mente está predispuesta. En ese aspecto, se puede decir que el arrepentimiento es el primer gran paso para la conversión, porque es en el arrepentimiento que se toma conciencia del pecado, colocando la vida delante de Dios, teniendo una experiencia con Dios y escuchando Su Palabra, para no cometerlo más.
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