“Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y ayuno.” Mateo 17:18-21
El ayuno es una herramienta fundamental para que la persona venza los espíritus malignos. Como el Señor Jesús explicó en el pasaje bíblico de arriba, hay espíritus que para derrotarlo exigen un esfuerzo mayor de la persona, por medio del ayuno y de la oración.
Al realizar un propósito de ayuno, aumentamos nuestra comunión con Dios. Cuando renunciamos a una necesidad física, estamos transmitiendo un mensaje de que es más importante para nosotros estar en contacto con Dios que con las voluntades de nuestro cuerpo – que simboliza la naturaleza humana del pecado. Generalmente, el propósito más común es el de alimentos y bebidas.
¿Por qué está ayunando?
El primer paso es definir el objetivo de su ayuno, si es para su renovación espiritual, por dirección para realizar algo, cura, solución de los problemas, gracia especial para enfrentar una situación difícil, entre innumerables cosas. Pida en oración a Dios que le muestre claramente Su dirección y los objetivos para su ayuno. Eso la capacitará para hacer el ayuno de forma más específica y estratégica.
En varios pasajes bíblicos encontramos referencias de hombres de Dios que ayunaron para alcanzar en Él una victoria. Pues hay luchas que no pueden ser vencidas por medios naturales, son problemas ocasionados por el mal.
El Señor Jesús, cuando estuvo entre los discípulos, dio algunas orientaciones acerca de cómo realizar un ayuno:
“… cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Mateo 6:17-18
Por lo tanto, el ayuno es algo íntimo y personal, entre la persona y Dios.
Pero ¿Qué sucede cuando hacemos un ayuno?
El ayuno es una privación a la que nos sometemos voluntariamente, por un periodo de días, con el objetivo de alcanzar algo superior.
¿Nos debilita? No, todo lo contrario. Pues el momento en el que nos proponemos estar en ayuno, en realidad, nos ayuda a fortalecer una determinada área de nuestra vida. Nosotros somos espíritu, alma y cuerpo, y cuando ayunamos, pasamos a vigilar más de cerca nuestros pensamientos, sentimientos, palabras, actitudes y reacciones. O sea, vigilamos un 100% nuestro espíritu. Al hacer eso, lo estamos fortaleciendo. Y cuando nuestro espíritu está fuerte, pasamos a tener autoridad en el mundo espiritual.
Somos cuerpo y vivimos en un mundo físico, pero es un hecho que existe un mundo espiritual. Y para que prevalezcamos en este mundo físico, en el cual vivimos, tenemos que prevalecer, primeramente, en el mundo espiritual. Esa es la importancia del hecho de ayunar, y de hacerlo no tan solo absteniéndonos de líquidos, alimentos, audiovisuales, informaciones, música, literatura o fiestas, sino también vigilando nuestros propios pensamientos, palabras, actitudes, reacciones o sentimientos, que intentan, en todo momento, sacarnos de espíritu y nos hace estar en la carne, porque en la carne usted y yo somos débiles.
¿Decidió que necesita hacer un ayuno por algún área de su vida? Hágalo. Y después observe si su autoridad para controlar el lado espiritual de su vida, consecuentemente, aumentó.