Para capturar a las personas en su trampa, el diablo utiliza dos tácticas:
1) Presentar el pecado como algo agradable a los ojos.
2) Tomar la práctica de un pecado como algo “normal”.
La primera se puede observar en un pasaje de Adán y Eva en la Biblia: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.” (Génesis 3:6)
El pecado de la pareja, por encima de todo, fue desobedecer la orden de Dios, que consistía en no comer el fruto del árbol. Ellos hicieron justamente lo contrario de lo que Dios les había pedido. El pecado, generalmente, se presenta como algo placentero. La persona persigue el pecado, porque se convierte en dependiente de él y no puede deshacerse de esa “adicción”:
“Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.” (Santiago 1:14)
En consecuencia, existe una segunda trampa: esta práctica se hace constante en la vida de la persona. Por ejemplo, un joven utiliza una pequeña cantidad de drogas “sólo para probar” o “para complacer a los amigos y ser parte del grupo.” Sin embargo, el tiempo pasa y él insiste seguir con malas compañías y a frecuentar las fuentes de la adicción.
Conclusión: aquello que, con el pasar del tiempo, se vuelve habitual para la persona. Pero, no le hace bien, porque surgen los problemas de salud, las peleas familiares, la destrucción del hogar, el desempleo – y esto no es lo que Dios desea para la vida de las personas.
Entonces, ¿cómo lidiar con las tentaciones?
Vea a continuación 3 consejos que lo ayudarán a alejarse de ellas:
1) Evalúe si su actitud no lo está engañando
Hay personas que actúan con buenas intenciones y creen que están haciendo lo correcto. Sin embargo, el pecado puede venir a través de un consejo de un miembro de la familia o un amigo, por ejemplo, o por medio de una actitud aparentemente inofensiva. De repente, puede ser algo que delante de la ley de los hombres no es malo, pero que, al mismo tiempo, no es agradable a los ojos de Dios. Como el apóstol Pablo dice en la Biblia: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.“(1 Corintios 6:12)
2) El cuerpo, generalmente, desea lo que es malo para el espíritu
La tentación viene a través de algo agradable a los ojos, por eso trae una falsa sensación de placer. Como consecuencia, la persona desea ponerla en práctica, y desea sentirse bien. Por lo que siempre es importante evaluar si deseamos hacer algo por medio del espíritu o por medio de la carne:”Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” Gálatas 5:17
3) El enfoque debe estar en la Salvación
Es importante que la persona tenga conciencia de que si uno vive para Dios no vive para este mundo. El nacido de Dios tiene como enfoque la Salvación: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.” (Santiago 1:12)
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