Como muchos ya dijeron y tantos otros repiten, estamos viviendo tiempos extraños. Para comprobarlo, solo es necesario observar algunas señales.
Por ejemplo, hoy se considera normal ser fan de un artista de la televisión o del cine, como si no hubiera nada de malo en eso. El problema sucede cuando los más incautos superan el límite que subvierte la mera admiración.
¿Quién no conoce a una persona que idolatra a alguien de la televisión o a un jugador de fútbol al punto de ser obsesivo en las actitudes con relación a él? Es capaz de sufrir con los problemas de la vida de esa persona sin siquiera tener una intimidad real. No estamos diciendo que el artista, ya sea de los palcos o de la pelota, no valore a sus fans. Pero la verdad es que, en un contexto general, los fans terminan siendo solo un rostro más perdido entre la multitud.
Sin embargo, el idólatra no tiene esa noción. Se queda eufórico con cada nueva publicación de su cantante preferido y aguarda ansiosamente la oportunidad de ver el show prometido después de la pandemia. En realidad, incluso cuenta los días para que ese día llegue y comparte en sus redes sociales todo tipo de noticia referida al artista.
Es capaz de pasar días esperando acampado frente al lugar en el que el tal ídolo hará un show y ocupar el mejor lugar para verlo. Esto puede parecer una broma, pero no lo es. Muchos se preguntan cómo pueden existir personas que actúen de esta manera, no obstante, la situación es más común de lo que se imagina y lo peor es que no es algo nuevo.
La propia Palabra de Dios muestra cómo esto ya sucedía mucho antes del invento de las redes sociales. En el libro de 1 Samuel, capítulo 7, por ejemplo, cuenta que, a causa de la desobediencia a Dios y de la idolatría, el pueblo de Israel sufrió terribles derrotas frente a los filisteos.
Esto sucedió porque el Arca de la Alianza, que siempre se llevaba al frente de batalla, no se consagró a Dios y se llevó a la guerra solo como un amuleto.
El resultado fue catastrófico: más de 34 mil israelitas murieron y el Arca fue tomada por los filisteos. Israel entró en un periodo de tinieblas, incluso después de recuperar el Arca. Había silencio de parte de Dios y el cielo no respondía las oraciones del pueblo. Toda la casa de Israel se lamentaba y, 20 años después de recuperar el Arca, el cielo aún seguía cerrado.
Hoy en día, las personas están haciendo lo mismo: les dieron la espalda a Dios y escuchan solo lo que sus “dioses” dicen e incluso se reflejan en sus conductas. Solo se acuerdan de recurrir a Dios cuando enfrentan problemas. Oran, pero no son escuchadas, porque Dios no puede atender a los que no Lo sirven.
Hay hombres que incluso ponen a su esposa, al trabajo, a los hijos, al último lanzamiento del videojuego o al auto en un pedestal dorado. Ellos hacen de esas cosas o personas su dios y dejan de vivir sus vidas. La Palabra de Dios nos socorre con relación a eso en Mateo 6:21, cuando describe: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.
No nos referimos solo a los que crecieron ajenos a las informaciones bíblicas. Este mensaje también es para los que confiesan la fe en Dios, pero están sirviendo a alguien o a algo: los cielos se cierran sobre sus cabezas. Vuelva su corazón totalmente a Dios, priorícelo y arranque a los “dioses” de su vida. Deje de vivir la vida de ellos para vencer sus batallas. Si Dios no lo libra, no es porque no puede, sino porque usted ha servido a otros dioses y no al Señor.
Participe de la Escuela de la Fe Inteligente, a las 8 h, 10 h, 16 h y 20 h en la Universal más cerca de su domicilio.
Debido a las recientes medidas sanitarias que rigen en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en el Área Metropolitana, las iglesias permanecen cerradas. Si usted reside en esta zona, podrá participar a las 20 h por:
*El canal UNIFE (25.1 de TDA).
*La página de unifetv.com o descargando gratuitamente la aplicación a través de App Store o Play Store.
*La radio Red Aleluya FM 106.3 y en todas sus repetidoras del país o por Radio Buenos Aires AM 1350.
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