Reconocemos un valle – según su definición geográfica – cuando avistamos una depresión extensa entre dos montañas o colinas. A veces, escuchamos a alguien asociar ese mismo valle a un lugar donde alguien se encuentra perdido, después de haberse resbalado y caído, después de casi alcanzar la cima, antes de fijar una base para mantenerse en pie.
Existen muchos tipos de valles por ahí. Ese lugar bajo y plano, al contrario de lo que puede parecer, no es fácil de alcanzar. Ya que el camino que lleva hasta allí es oblicuo y resbaladizo. Pero hay quienes insisten en llegar allá.
La Torre de Babel fue un emprendimiento que exaltó al ser humano, y no a Dios, y el intento físico del hombre de llegar a los Cielos, en la intención de mostrarse tan poderoso como Él. El gran edificio estaba siendo levantando en un valle.
Cuando Dios hizo cesar la construcción, también dispersó diferentes lenguas para que los hombres no pudieran reunirse nuevamente, ya que comenzaron a no entenderse uno al otro.
“Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí.(…) Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.” Génesis 11:2,7
Cuando alguien, aun estando en el auge de su carrera o en el auge de la unión familiar, se encuentra con un gran sufrimiento, decepción o dificultad, y se desliza hacia un valle, no debe tener miedo de enfrentar la situación, pues con convicción tendrá la capacidad suficiente para superar el problema. Dios actúa en valles para ayudar, no para desamparar a Sus hijos.
David protagonizó algunos pasajes bíblicos en el Valle de Ela. Fue en esa tierra que venció la épica batalla contra el gigante filisteo Goliat, y donde también se refugió de la ira del envidioso rey Saúl.
“Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo. (…) Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano”. Samuel 17:40,51
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