Un águila no lucha con una serpiente en el piso.
Ella la agarra y la transfiere a otro campo de batalla: el cielo.
Después de llevarla hacia lo alto, la suelta en dirección al piso.
Una cobra no tiene ninguna resistencia, ningún poder, ningún equilibrio en el aire.
Allí se revela inútil, débil y vulnerable. En el piso, es mortal, sabia y poderosa.
Como un águila, no se limite a luchar en el reino físico.
Lleve la lucha hacia el Reino del Espíritu: ¡LA ORACIÓN!
Las decisiones que cambian las cosas aquí en la Tierra son tomadas en el Cielo.