Quien vive en la fe emotiva, inconscientemente está sujeto a rebelarse contra Dios. Es lo que la Biblia relata en el caso del hijo del rey David.
“De esta manera hacía con todos los israelitas que venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel” (2 Samuel 15:6).
Con promesas y besos, Absalón robaba el corazón de los hombres de Israel. ¿Quién desea que le roben su corazón? ¡Al principio, nadie! Porque significa ser engañado.
Para evitar ser engañado, es necesario usar el raciocinio aún cuando el asunto sea fe, y no dejarse llevar por la fe emotiva, porque esta hace al cristiano inerte y rehén del engaño religioso.
Aprovechando la “buena fe emotiva” de las personas, el diablo las separa de la fe inteligente usando argumentos puramente emotivos.
Un ejemplo son las personas que dicen vivir en la injusticia por no ser atendidas por el pastor con el amor que esperaban. Bajo ese alegato de injusticia en la iglesia, donde hay ejercicio de la fe inteligente, el diablo usa como argumento la “falta de amor” del pastor o de alguien de allí.
Absalón fue usado por el diablo para corromper el corazón de muchos hombres, poniéndolos contra el propio Dios.
Tras eso vino la muerte, así como la de sus comandados. Muchos pastores, caídos en la fe, siguen los pasos de Absalón. No luchan por los perdidos, pero se empeñan en hurtar el corazón de los que están comenzando en la fe inteligente, y así los desvían a la fe emotiva:
“Entonces envió Absalón mensajeros por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando oigáis el sonido de la trompeta diréis: Absalón reina en Hebrón.
Y fueron con Absalón doscientos hombres de Jerusalén convidados por él, los cuales iban en su sencillez, sin saber nada” (2 Samuel 15:10-11).