El 9 de julio de 1977, dentro de una antigua funeraria en el suburbio de Río de Janeiro, cuando predicaba para algunas pocas personas que concurrían allí, nadie se hubiera podido imaginar que estábamos comenzando uno de los mayores movimientos de fe y de solidaridad que, rápidamente, ganaría Brasil y se esparciría por el mundo.
Por ejemplo, en el estímulo a nuestros 9 millones de fieles para que busquen el éxito profesional y la comodidad material que merecen.
Nuestros 7.157 templos y catedrales instalados en todos los Estados y en el Distrito Federal y nuestras 2.857 iglesias en el exterior son campo fértil para encontrar a gente que se reencontró con la vida y hoy prospera.
En la unión de hombres y mujeres solitarios, ayudamos en la búsqueda del verdadero amor que establece parejas y forma familias, por intermedio de la Terapia del Amor.
Rescatamos dependientes del infierno del vicio. Solamente durante 2016, fueron más de 55 mil los ayudados por nuestro programa Los Vicios Tienen Cura.
Acogimos a habitantes de la calle, en un total de 560 mil orientaciones por año, en nuestros “Ángeles de la Madrugada”. Resocializamos a detenidos en todo Brasil. Entre los presos y sus familiares, hacemos más de 837 mil orientaciones por año por el programa social Universal en los Presidios.
Amparamos a 56 mil mujeres víctimas de la violencia doméstica con nuestro programa Rahab.
Movilizamos a millones de jóvenes necesitados o sin perspectivas en la búsqueda de un futuro como ciudadanos de bien con la Fuerza Joven Universal.
Brindamos afecto y atención a 386 mil ancianos abandonados por sus familias con el programa Caleb.
La fuerza para realizar tanto viene de una sola fuente: de la Palabra.
Los profesores, verdaderos pilares de nuestra sociedad, saben cuánto sus palabras y acciones pueden afectar a sus alumnos.
Así forman a médicos, que ejercen el arte de la cura, forjan ingenieros en las más variadas especializaciones; arquitectos que proyectan casas, puentes y ciudades.
Las palabras de los profesores también conciben a políticos y gobernantes que crean, fiscalizan y ejecutan leyes para beneficiar a la población.
Pero si la palabra de un profesor forma aquellos que desarrollarán naciones y hechos increíbles, ¿qué decir de la Palabra de Dios, de lo que Ella puede hacer en la vida de aquellos que La practican?
Esa Palabra nunca vuelve vacía. Ella se cumple, exactamente como está escrito, independientemente del paso del tiempo, Ella es eficaz.
Pues bien: es por causa de Ella que la Universal trabaja. Y es por eso que ha superado todo tipo de adversidad y llegó hasta aquí con relativo éxito.
Éxito por haber atravesado fronteras, superando barreras de diferentes lenguas, costumbres, religiones, sociedades ultraconservadoras y mucho más.
El éxito, sin embargo, es relativo. Aún hay mucho que hacer para divulgar esa Palabra en el mundo. Y ese es nuestro principal objetivo.
Esa Palabra es el poder de las Sagradas Escrituras fluyendo como el viento del Espíritu en la transformación de vidas recuperadas en todos los sentidos. La Palabra de Dios es la razón para que hayamos llegado hasta aquí. Y es por de ella que tenemos la certeza de que vamos a alcanzar mucho más.
A los 40 años de existencia, nosotros, los de la Universal, dedicamos todo eso a Dios y a Su Palabra.
Estamos firmes en la certeza, absoluta, de que el Cielo y la Tierra pasarán, pero las Palabras del Altísimo no han de pasar (Mateo 24:35)